Algunas
casas malviven al amparo del viejo campanario. Avanza la tarde y suena
el pestillo antes de atrancar la puerta y salir regato abajo. Hoy
llegaremos hasta el pantano, con suerte veremos algún pato silvestre
entre los juncos, a la vuelta cogeremos un manojo de manzanilla para las
infusiones, dijo apoyado en la cachava. Ella, con una mueca, asintió
complacida y se dejó llevar hasta que la tarde cayó como una losa.
Sentados en el poyo de la puerta y con el móvil en las manos esperan
impacientes la llamada de algún ser querido que les haga sonreír.