¿MIROBRIGENSEAR?, por Santiago Corchete Gonzalo
Reconozcámoslo desde el principio: a las y los mirobrigenses nos pirra “mirobrigensear” por doquiera que vamos, estamos y/o permanecemos. Lo hacemos, mire usted, sin apenas darnos ni cuenta tan siquiera. Por ejemplo, alguien conocido nos presenta a otra persona X, y enseguida ésta nos espeta de sopetón: “pues usted, señor, no es de por aquí ya que habla de otra manera que nosotros; son las mismas palabras, desde luego, pero usted las pronuncia como más claras y limpias del acento que caracteriza a las nuestras desde que comenzamos a usar el lenguaje en la niñez”. Tú le respondes: pues sí señor, lleva usted razón. Soy natural de Ciudad Rodrigo, pueblecito situado al suroeste de la provincia salmantina, si bien llevo viviendo aquí con ustedes más de cincuenta años, desde que hube de ausentarme de mi querido pueblo para ganarme el pan con el sudor de la frente, es decir, como mandan los cánones de la tradición. “Oiga, oiga, de pueblo Ciudad Rodrigo nanay; se lo digo porque lo he visitado varias veces y conozco sus muchos encantos. Así su bonancible rio y alamedas, aptos para el baño y gozoso disfrute; su patrimonio monumental de castillo almenado, murallas poderosas con fosos, baluartes y contrafosos; catedral con obispo aunque he oído que ahora compartido; también asistí un año al famoso Carnaval del Toro y a su Semana Santa, sobria aunque elegante; festivales medievales y napoleónicos; Feria internacional de Teatro, en fin todas esas riquezas y muchas otras singularidades que he visto por la tele. Anda, que tiene usted guasa, ¡mira que llamar pueblecito a Ciudad Rodrigo! Lo dirá usted por falsa modestia”.
Pues bien, mientras hablaba la persona X, un hilillo de gustirrinín recorría nuestro cuerpo de arriba abajo y de abajo arriba, y una sonrisilla dulce y medio bobalicona nos hacía creer nacidos en otro mundo de nubes, algodones, sueños e incertezas solamente probables, al haber entrevisto -¿imaginado?- la existencia de un Ciudad Rodrigo poblado de irrealidades ¿o acaso fueran espejismos?
De ahí que dimos en considerar necesaria la acuñación del nuevo verbo “mirobrigensear” y que la Real Academia Española autorice su inclusión en el DRAE, tras la formulación de una propuesta muy bien fundamentada que acote el ámbito semántico de dicho término lingüístico; así no daremos a nadie gato por liebre, ni correremos el riesgo de que nos lo den ellos/as a nosotros. ¿Vamos bien hasta aquí? Entonces prosigamos. Mientras las muy dignas e ilustres personalidades estudian el expediente y deciden aprobar o denegar la solicitud, las, los, les nacidos/as en Ciudad Rodrigo seguiremos aprendiendo a conjugar los diversos tiempos, modos y restantes formulaciones verbales de “mirobrigensear”. A aprender toca: yo mirobrigenseo, tú mirobrigenseas, él/ella/elle mirobrigensea, nosotros/as mirobrigenseamos… etcétera.
NOTA.- A quienes les resulte dificultosa o algo guturalmente rasposo pronunciar la sílaba gen, estarían autorizados a cambiarla por guen; por cuanto entonces mirobrigensear sería equivalente a mirobriguensear. ¿Conformes todas/os? Ea pues: FELIZ VERANO.