23 septiembre 2022

SUS FRÍAS JAULAS DE ORO, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

SUS FRÍAS JAULAS DE ORO, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

El agradable sol se extiende sobre la hierba, volviéndola aún más tierna. el cielo ni está solo de azul ni con nubes que lo anulen. La brisa es tan fresca como agradable y de vez en cuando levanta de la cascada del río unas cortinas de agua cuya luz el sol vuelve multicolor. El rumor del agua compite tranquilizador con el sonido de las copas de los árboles, mientras la alegría la ponen los dulces trinos de los pájaros al compás del griterío de algunos niños.

Por el lugar deambula gente: la justa para no sentir soledad ni tampoco asedio de muchedumbre, pocos hay ya en bañador, muchos aún en mangas cortas, todos pasean relajados extendiendo la vista sobre lo que surcan. La terraza tiene aún gente, la suficiente para hacer varios corrillos que parlan animadamente. Hay algunos niños que juegan a la orilla del río con la arena y de vez en cuando corretean dándole así alegría al calmoso entorno. En medio de este paraíso de tarde tranquila con soles y aire bonancible, en el que todo invita a estar sin más, de repente mi cabeza se sale de él y se va al mundo, entonces toda la paz idílica se escapa, no soporta el chillido del mundanal ruido que ha entrado en mí, mientras ella reinaba vestida y amparada por el entorno. Yo me estremezco por marcharme, aunque sea mentalmente, de un lugar lleno de bella paz a otro lleno de escalofriantes temores: el Mundo. Me consuelo diciéndome que antes o después esto sucedería y por tanto no he hecho más que situarme en el lugar real en el que estamos.

¿Pero qué es lo que hace al mundo temerario, la existencia de los muchos lugares maravillosos con días cargados de bondades o la forma de estar nosotros en él? Si todos los que habitan en despachos cargados de tensión a base de crear y forzar escaseces inexistentes, por su acaparamiento innecesario, no salieran solo a sus jardines cercados y domesticados sino a lugares naturales como el descrito y pasearan entre la gente de a pie, quizás el mundo mejoraría. La pregunta es ¿qué males le retienen en sus frías jaulas de oro?