30 enero 2023

CON EL QUE NUNCA SALE, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

CON EL QUE NUNCA SALE, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

Vuelvo a viajar con Miguel Ángel, al cual un mal en las cervicales lo ha tenido tres años paralizado. Ir con él, es ir a un día ganado seguro.

Me recoge con su nuevo coche, que entre otras muchas cosas es alto, lo que se agradece mucho al entrar y salir, ahora que con los años las bisagras ya se resienten.

Llegamos al Puerto de Perales, y vemos su bosque joven, porque partió de un incendio; le comento que tuvo todos los requisitos de provocado en su día, y muchos indicios, tantos como el crimen de Malladas de apuntar en la dirección correcta de los autores. Nos mete el comentario en los problemas ecológicos de lleno y en el cómo no se están abordando, con lo que a nuestros venideros los vamos a dejar al borde del abismo.

Pasamos la fuente del puerto, yo le comento un chascarrillo vivido allí hace veinte años, él me recuerda un artículo mío sobre el lugar en el que se denunciaba que en el puerto se había montado un circuito motero. Después Perales, con sus naranjos, esos que te ponen en otro mundo, entre los cuales mi madre hablaba de lo que le impresionaron y gustaron, cuando siendo muy niña bajaba hacia Malladas, nuestro principal destino de hoy, en carro con mi abuelo. Más tarde las ruinas del parador donde los arrieros paraban y algunos hacían noche, después terminó en puticlub. Allí Miguel Ángel vuelve a los recuerdos de la España del siglo anterior, y con ello a la historia de nuestro país, y cómo no vamos a parar a la Guerra Civil, de la que aún nosotros, los hijos de los que la vivieron, estamos marcados por ella. Afortunadamente ambos hemos leído a Barea, yo por consejo suyo y eso da un margen para un mayor grado de acercamiento a la imparcialidad. Reconocemos al fascio como a la existencia de las checas, señalamos la tan buena intención de la República en lo que querían hacer por el país, como su ceguera, de no ver que sus cambios no eran aceptados por unos, como a los otros, les venían grandes por pertenecer a aquella España rural entonces toda analfabeta. Después la tragedia, en la que estamos de acuerdo que unos eran los beneficiados y otros los sufrientes y mucho.

Pasamos Moraleja, comentamos su crecimiento y la existencia de muchas cooperativas, esas que tanto escasean y les cuesta prender en nuestra tierra, el cómo hemos perdido todos los pueblos de la alta Extremadura de la órbita de Ciudad Rodrigo, llegando a darse el caso que ahora los limítrofes de Salamanca bajan a Moraleja.

Después Malladas, de todo lo que allí sentimos, hablamos, y reconocimos después de haber leído el libro de Luis Roso titulado El crimen de Malladas, me van a perdonar ustedes que todo lo deje para otro día, pues ello junto con el libro merecen un artículo por sí sólo. Ahora, sólo recomendarles su lectura, y se encontrarán con mucho más de lo que se imaginan con su título pues entre otras cosas contiene posiblemente la mejor fotografía de todo nuestro siglo veinte.

Después a Vegaviana, el primer y mayor pueblo de colonización hecho por Franco, que sirvió de modelo para todos los demás que vinieron posteriormente. Lo primero que nos llama la atención es que es mucho mayor que los nuestros, lo segundo que contiene servicios, cosa que nos lleva a pensar que aún hoy viven muchos en él. Entrados en el bar nos interesamos por saber cuántos habitantes tiene, me contestan que son cercanos a los novecientos los censados, cosa que no tenemos entre todos los nuestros, no podemos preguntar más, la mujer está afanada en poder servir a todos los clientes que tiene. Sabemos por una placa de la plaza que fue proyectado por el arquitecto José Luis Fernández del Amo, y que obtuvo menciones en los congresos de Moscú del 58 y premio de urbanismo en el de São Paulo en el 61.

Miguel Ángel lo pasea con satisfacción, sabiendo todo lo que se habían quitado de encima los nuevos pequeños propietarios, y razonándome que con este proyecto se había roto el modelo agrario histórico rural español que venía de la Edad Media, yo le digo: “se quitaron del medio al amo”, a lo cuál él responde: “esto que dices es la clave y el principal hecho del pueblo que pisamos”.

Comida en Moraleja, en el Mesón Puja, buena, económica, y a pesar de la mucha gente servida con agilidad y agrado. Luego visitas a lugares relacionados con el crimen de Malladas, de lo que como ya hemos dicho otro día hablaremos pues todo ello merece un artículo solo para ello.

Más tarde, ya de regreso, vamos a Los pajares, construcciones singularísimas, algunas aún en servicio y aunque en las que ya no hay personas, sí llegan a ellas ahora con todos terrenos y remolques que parecen valer para una guerra, por su cara sabemos que no les gustan las visitas, las que no les queda más remedio que aceptar después de declarado el lugar como Bien de Interés Cultural (BIC). Miguel Ángel me cuenta que son de pertenencia municipal, los ganaderos sólo ponen la teja a la que tienen derecho a llevarse al dejarlo.

Después los pueblos, con sus iglesias, que son auténticos fortines, con dimensiones de catedral cosa que achica a sus pueblos. El escudo de Carlos V reconociendo y agradeciéndole el apoyo en las guerras de las Comunidades, en Gata. Visita a un rollo que sirve de demarcación administrativa y se usaron de picota por algún ajusticiamiento de la Inquisición.

Retorno a casa en medio de todo lo visto, comentarios y análisis de muchas cosas que nos atañen, y que no tienen espacio en un artículo. Como verán, Miguel Ángel, que es conocido como el que no sale, pues como que sí lo hace, y con mucho provecho, no sólo para él sino para el que lo acompañe. Que la vida me lo conserve sano porque cada viaje con él es un lujo intelectual.