05 enero 2023

INHIBICIONES PELIGROSAS, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

INHIBICIONES PELIGROSAS, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

Ha sido por Navidad, y sin duda las lluvias constantes han tenido mucho que ver. Ha sucedido en un lugar emblemático, donde tantas vidas quedaron sepultadas por las bombas en el asalto de nuestra ciudad cuando la francesada, allí donde nuestros antepasados sufrieron y mostraron valor, teniendo su máximo recuerdo con el homenaje al ciego Sabino, y allí donde ya remotos recuerdos de días atrás de mi vida ven entrar y salir a los Burgos, donde mi amigo Tonino “El campanero” jugaba conmigo de niño, y en cuya pared tenía un gallinero su familia. Y donde el peligro era también constante, por la ruina amenazante del viejo edificio sindical que había sufrido un incendio, el cual era memoria viva de la otra guerra más próxima y dolorosa por ser entre nosotros, y en el que los críos nos la jugábamos entrando y saliendo por un ruinoso puente que iba de la muralla a este, y en el que había muchas cenizas de todos los papeles quemados, los cuales pudieron ser la causa de un incendio que a decir entonces fue intencionado.

Luego con el tiempo se transformó toda la plaza, esta ganó en decoro, belleza y aprovechamiento del espacio, tanto con el nuevo edificio que albergó a los sindicatos y empresarios, como para reclamo turístico, entre otras cosas, con el ya citado recuerdo del Ciego Sabino, precisamente allí, donde ha cedido la pared. Es decir, se ha arreglado todo menos aquello que encerraba tanto peligro como las bombas que hicieron del lugar en la guerra la parte más temida y amenazada de nuestra ciudad, pues era el único punto que con la balística de entonces se podía llegar, ayudado por la altura del teso exterior. Los ingenieros lo sabían, y pusieron todos los medios posibles haciendo de esta la parte más fortificada en los fosos y contrafosos, lo que sirvió para retrasar la entrada de los setenta mil hombres franceses que la asediaron durante setenta días, mientras nuestros aliados los ingleses se dedicaban a mirar silbando, para pasar a intervenir cómodamente cuando las partes se habían despedazado.

Bien, pues en este lugar tan cargado de historia, ha sido ahora el estruendo, causado por un derrumbe, que afortunadamente no ha dado ni una sola baja, pero ha podido no ser así, y esta vez ha sido provocado no sólo por causas naturales, la lluvia, sino también por los contrarios a toda la tenacidad que se puso en fortificar la zona en su día, es decir, por la dejadez de nuestras autoridades del Ministerio de Cultura y de las locales que viendo esta dejadez no han actuado en consecuencia.

Pues hay que decirlo, la pared tenía panza, y mucha, ya desde mucho antes de estas lluvias, cosa que deberían de haber visto por sí mismos, y si a mayores decimos que habían sido avisados, como así a mí me consta, pues razón de más para que ahora no se sintieran tranquilos. A esto le vendrá el alegato de que la muralla pertenece al Ministerio de Cultura, ¿pero por qué no se ha actuado con éste como se actúa con un particular cuando su propiedad está ruinosa, y con qué grado de insistencia se ha requerido a tal Ministerio dado el peligro que suponía?

Ahora ahí tenemos el resultado, el derrumbe cargado tanto de suerte como de estruendo, esperemos que sirva de escarmiento y en lo sucesivo estén más atentos no sólo a vestir los lugares, sino a corregir sus debilidades que en la muralla no son pocas las que pueden terminar con episodios parecidos a este, y se dejen de inhibiciones peligrosas.

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