28 febrero 2023

EL CARNAVAL EN LA ENCRUCIJADA, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

EL CARNAVAL EN LA ENCRUCIJADA, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

Retorno y me encuentro con dos versiones, una la oficial, en la que todo ha ido bien, otra la de la calle, en la que hay protesta y rechazo a la excesiva masificación, mirando con algo de nostalgia retro a los carnavales ya lejanos, cuando los forasteros eran pocos y bien recibidos.

Los más detestados son los jóvenes venidos en autobuses, de los que se dice que nada traen y sólo mierda dejan. Son algo así como los nuevos maletillas, a los que ahora no se encuentra sitio para ellos como entonces.

Desde el Ayuntamiento se ha trasladado el problema de la riada de jóvenes recibida a los propietarios de los autobuses, acusándolos de propaganda indebida, como si las campañas oficiales en todas las ferias y lugares de España no influyeran, ¡a ver si es que las hacen por hacer! A esto, siempre se le ha llamado echar balones fuera, por los que posiblemente sean los responsables principales de la masiva afluencia de gente.

Ahora bien, parece que a esta llamada le gustaría tener capacidad selectiva, en cuanto al poder adquisitivo, o sea, sólo gente con capacidad económica de comer en restaurante y dormir en hotel, cosa que en los tiempos que corren es un imposible.

Los rechazados, los del problema son los jóvenes, que pudieran ser nuestros hijos o nuestros nietos; ellos viajan allí donde se sienten amparados por sus iguales y donde su poder de la masificación les aísla de todo lo que se les niega en vida diaria, por lo que con unos mínimos económicos van hacia el encuentro masivo entre ellos para todos juntos aislarse y olvidarse de los avatares diarios, son como los arenques, que tratan de salvarse de las dentelladas de los tiburones formando bancos. Y es una, o la única manera de estar que les va quedando a la juventud precarizada de los empleos dignos, vivienda, y proyecto de vida, para olvidarse de todos los abusos que sufren.

En cuanto a que ellos no dejen nada, pues miren, si este año se han recogido diez toneladas más de basura que el año pasado, es imposible que toda esta basura coja en los autobuses, más bien es consumo en Ciudad Rodrigo, puede que no en los bares, pero sí en otros establecimientos, tiendas, súper, quioscos, la feria.

Llegados aquí, debemos preguntarnos si no los queremos por su falta de poder adquisitivo, si porque arrojan mucha basura, o simplemente por ser ya un imposible acoger a tantos. Si ya nos estorban hay que empezar por cerrar la publicidad carnavalera, y tratar de hacer a estos lo más caseros posible, cosa que es un contrasentido, pues en toda fiesta lo que se hace es llamar gente al lugar donde se celebra. Tendríamos con ello, por coherencia, a renunciar a lo que es nuestro himno popular local, me refiero a “”Forastero” por la pérdida de sentido de este.

Situados en este punto, está claro que sólo hay dos caminos, uno es el del grito de “Santiago y cierra Ciudad Rodrigo”, y otro pensar en cómo se soluciona el problema de la llegada masiva de los jóvenes. La falta de un lugar o lugares donde ellos cupieran y pudieran estar, pues la carpa es ya tan insuficiente como peligrosa, aliviaría todo. Si se crean unos espacios donde exista una gran capacidad de aforo en los que se puedan dar espectáculos y conciertos, y con ello no tengamos que temer más que lo que se teme en cualquiera de ellos, será mejor para todos. Naturalmente dotados con las infraestructuras de servicios y barras a cuya explotación tendría prioridad la hostelería de Ciudad Rodrigo, entonces quizá salvaríamos el miedo a la llegada de jóvenes, y evitaríamos la vergüenza del rechazo, y lo que es más importante, abriríamos las puertas a un crecer posible del Carnaval, con otras atracciones que los toros, y que en el futuro serán tan o igual de importantes que estos para que vengan los jóvenes, pues está claro que estos pueden montarse la fiesta sin ellos.

Está pues nuestro Carnaval en la encrucijada de replegarse en nosotros mismos, o buscar las maneras de hacerlo extensivo a un futuro que ya está aquí, y que si lo desatendemos terminarán yéndose a otros lugares.

Resumiendo, solucionar sería crear un lugar o lugares que hagan posible la absorción de todos los que nos elijen para pasar los carnavales, haciendo así posible la convivencia entre la gente del mundo taurino y el futuro que ya viene a nosotros, y puesto que este lugar podría tener eventos el resto del año estaríamos si no lo creamos cerrando el paso a la única forma que hoy por hoy crea puestos de trabajo en Ciudad Rodrigo que es el ocio.

Que esto no se hace con una varita mágica, ni de un día para otro y que necesita una inversión importante, es tan cierto como necesario en una ciudad que aspira a vivir del turismo. El mundo hotelero y la hostelería deberían interesarse por y colaborar en el proyecto, así como la Junta debería de aparecer con apoyos económicos, y claro está nuestro Ayuntamiento.