06 marzo 2023

MÁS SOBRE LA ENCRUCIJADA, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

MÁS SOBRE LA ENCRUCIJADA, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

Leo el artículo “Causas y consecuencias del botellón, dos caras de una misma moneda”, de José Antonio Martínez Otón, publicado en Diariode La Manga el 5-10-2015, que actualmente circula por las redes sociales locales, el cual es muy recomendable leer, y estoy de acuerdo en casi todo lo que dice, y cómo no, en los grandes males y consecuencias que traen las adicciones. Desgraciadamente de ésto sé mucho, pues por ellas perdí a mi hijo David, con el dolor que para siempre esto supone, y el suplicio perpetuo que supone la pregunta constante: “¿Qué hice mal para que se me escapara?”, a la cual consuelo pensando que nunca estuvo abandonado, pero con el reproche de no haber tenido quizá las habilidades necesarias para evitar la tragedia.

En el artículo se dice que crear lugares de botellón nos aliviaría de los problemas que causa en la ciudad, pero no del problema principal, que es el de la adicción al alcohol. Lo hace razonando, y apoyado con estudios que claramente no tienen réplica en cuanto a los prejuicios de la adicción. En esto es en lo que disiento, pues si en estos espacios se crean unos controles en los que no se puedan meter no sólo alcoholes, sino otras drogas durante el espectáculo o el concierto, entonces puede que sea mejor que en las calles de la ciudad por libre, porque lo que está claro es que ellos allí donde ven la oportunidad montan el botellón.

Las causas sociales que los llevan a este comportamiento son varias, una, quizá la más peligrosa, es la sensación de que ellos pueden controlar lo que están haciendo, añadido a la sensación de invulnerabilidad que se tiene siendo joven, cuando la realidad es que el alcohol u otras drogas es el camino directo a la destrucción. Otra, el duro entramado social del que escapan, ya he dicho que se juntan masivamente para inhibirse de este y así parecer más fuertes, ante la opulenta precariedad social en que viven y a la cual se tienen que enfrentar todos los días; y otra más, los muchos intereses de que esta juerga siga, pues al fin y al cabo viven en un país que está actualmente muy cerca de hacer presidente a alguien que en los más mortíferos años de lucha en Galicia por parte de las madres coraje, las que vieron ir a sus hijos ir a la cárcel y morir, él se paseaba por las rías en barco con un conocidísimo narco. Y aquí en nuestro Ciudad Rodrigo, donde tenemos un barrio en el que casi todos están implicados en el narcotráfico, si bien es verdad que estos son los que ponen la cara y lo pagan con años de cárcel, y que nunca salen a escena los que ponen la droga en sus manos, a pesar de saber todos que tenemos varias fortunas familiares de las que a nadie nos salen las cuentas más que a Hacienda, y todo esto terminó saldándose  con la expulsión de un guardia.

En fin, que defenderse del botellón y las drogas a los jóvenes no es fácil, y menos, mucho menos, cuando en el entorno todo empuja a su existencia, y a que los promotores estén como por encima de ello, y si no miren la prueba de sus poderes, al ver cómo recientemente un importante cervecero al que Hacienda le descubrió un fraude de cien millones de euros, éste litigando creo que durante cinco años, consigue cerrar el asunto con el pago de una multa de noventa y tres. O sea, que le sale a devolver.

Ciertamente resolver con estos entramados los perjuicios de las adicciones no es fácil, a pesar de esto en medio de ellos tenemos que buscar no bajar la guardia en la familia, pero también hay que ver cómo las instituciones no sufren estas derrotas y cómo nos rebelamos ante tanta incapacidad con el narcotráfico, se podría empezar porque en las excursiones de los autobuses, o de empresas acreditadas en Turismo, como las que a nosotros nos llegan en carnavales se les prohibiera publicitar que el paquete de viaje contenga alcohol o que el pasajero lo llevara como equipaje principal.