27 marzo 2023

SEPARAR EL MAR, por Víctor Esteban

Ciudad Rodrigo - Ateneo Virtual Mirobrigense

SEPARAR EL MAR, por Víctor Esteban

Hace poco tiempo que mi estilo de vida ha cambiado de una manera radical de tal forma que ahora, por las circunstancias de la vida, paso mucho más tiempo fuera de Ciudad Rodrigo. Para no estar completamente desligado – algo imposible teniendo en cuenta que trabajo allí – cuando estoy fuera sigo con curiosidad las noticias locales. En muchas épocas del año los noticieros mirobrigenses se llenan de imágenes del clero, procesiones, tradiciones religiosas y astados que corretean las hermosas calles de este rincón del oeste.

Ese vistazo general a la información local me lleva a hacerme una reflexión general de lo qué somos, de lo qué podemos llegar a ser y de cuál es nuestra dimensión en este mundo cada vez más global e internacional.

Decía el poeta que “de lejos dicen, que se ve más claro” y este distanciamiento interválico que llevo a cabo sobre mi lugar de nacimiento y de vida, me hace reflexionar mucho más sobre esas cuestiones y analizarlas con una perspectiva que se pierde cuando estás anclado y arraigado hasta el cuello en el territorio.

Y desde la distancia la conclusión a la que uno llega es que Ciudad Rodrigo en un hermoso lugar envuelto para regalo con un papel de piedras preciosas, monumentos, riberas e intrincadas calles que harán las maravillas de aquellos que la quieran saborear por un tiempo. Sin embargo, todo ese envoltorio esconde un fruto pasado de temporada con indicios de podredumbre que auspician un horizonte temporal carente de un estimulante paisaje.

Está claro que somos lo que somos, individualmente hablando, y poco podemos hacer para cambiarnos, pero siempre puede haber una chispa que nos lleve hacía un camino mejor, hacía mejores metas, hacía una situación diferente, siempre que la suerte nos lo permita, claro.

Desde el punto de vista de la colectividad de Ciudad Rodrigo también ocurre lo mismo, lo que sucede es que es mucho más fácil cambiar algunos rasgos de una sola persona que de un pueblo entero anclado en el pasado más ancestral y con evidente pereza por revertir su camino ya marcado desde hace muchos años.

Han de respetarse las tradiciones, tenemos que ser fieles a nuestros orígenes, pero no podemos sólo mirar para atrás y vivir de lo que fuimos. Hay que hacer un esfuerzo por imaginar otro camino, otra senda de evolución y no de anquilosamiento.

Pero no soy ingenuo en este sentido, una cosa es predicar y ponerse a escribir estas cuatro líneas en el ordenador y otra muy distinta separar el mar como hizo Moisés. La realidad es la que es.


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