PARA SANACIÓN SUYA Y DE NOSOTROS, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
Si
algo me hace estremecer de un libro, son esas páginas o historias,
en las que habita un niño o adolescente que se abre al mundo. Nada
hay, al tiempo, ni más poderoso porque las esperanzas infinitas así
lo hacen, ni más frágil porque donde habita, el mundo, suelen
repartir daños a doquier sin mirar a quién, y en esto también
entran los inocentes.
Hago esta entrada, porque en esta magnífica novela, como todas las suyas, cabe y hay de todo, en este caso la historia personal de un adolescente envuelta en el envoltorio de la ciudad, la muestra donde se desarrolló, y de las cuales da cuenta con pelos y señales, y es en medio de esto donde cabe ese alma suya frágil, soñadora y, que con el tiempo logró imponerse a los avatares a base de una suficiencia, que esconce un dolor, ese que nos causa el mundo cuando aún no somos, el que va en cierta forma a hacernos lo que seremos y somos, y de lo que nunca ya nos veremos del todo libre, incluso, como en este caso, cuando se ha conseguido salir de él, diríamos que triunfando. Eso sí, no cuando quisimos ni donde hubiéramos querido entonces, ni con la que hubiéramos querido.
Todas estas historias, forman parte de una historia, que en cualquiera destila sentimientos y frustraciones, las cuales nos suelen ya acompañar de por vida, y de las que cada uno nos defendemos como podemos. Alejandro lo hace escribiendo libros, con los cuales suelta lastre, lo hace pues de una manera no muy común, escribiendo, pero no de cualquier manera, sino creando arte, con el cual al tratar de salvarse él de su frustrante situación personal, consigue abrir cauces a los demás, para sanar nuestras heridas. Pues no sólo cuenta una historia mejor o peor contada, sino que a través de ella destila una serie de lúcidos pensamientos, que suelen ser interrogantes que nos conducen a otros interrogantes, sobre todo a aquello que es o debería ser para todos importante en la vida. En la novela nos dice cosas como estas:
“Cada alma es una multitud”.
“Nos separa mucha vida, los dolores que tratábamos de reponernos, las equivocaciones que aún teníamos que perdonarnos, las esperanzas que no se cumplieron, la fe que se perdió en el camino”.
“Quizá lo que hemos dejado de hacer es parte de nuestra vida. Lo vivido y lo sin vivir nos convierte en lo que fuimos y en lo que no fuimos”.
“No era el amor de Brígida. Había nacido de la emoción y del dolor, y había muerto con ellos”, “El amor es la sombra de un extraño. La pena da alas”.
“Un largo viaje para encontrar los que servían, los que me liberaban, Brígida tenía razón. Con ella no habría sido posible. Ella también era el pueblo. Quería huir con ella pero al final tuve que huir solo. Entonces todo empezó a salir bien. En medio del naufragio. Mientras me hundía”.
“Entonces me di cuenta de que el odio había sido mi forma de estar en el pueblo. Podía haberme destruido. Pero ya no estaba.
Eso había cambiado todo era sin odio”.
Todo esto y ciento más gavilán, contiene la novela “Mi primer amor”, y que si te acercas a la Feria del Libro de Ciudad Rodrigo, encontrarás a Alejandro Gándara inaugurándola el viernes en la Casa de Cultura. Él, el tan premiado como preso de por vida entre los muros de nuestra ciudad, para con ello destilar esto, y espero que aún más, para sanación suya y elevación de todos nosotros, los que en ella vivíamos.