Sentado
en el poyo, bajo el viejo álamo con la boina torcida y la cayada entre
las manos, vislumbra un fogonazo perdido en el pasado. Infancia a
remiendos, alpargatas y pan con tocino y pan. Inocencia dispersa entre
sabor a leche en polvo, olor a catecismo y un mande usted sin
rechistar. Descanso. Hoy es día de celebración, susurró.