Sopla
la sierra y se estremece el ambiente. El viento de nieve zarandea las
ramas extenuadas. Los gazapos corretean entre las zarzas que protegen
las madrigueras. Los niños, abrigados, caminan de la mano, el frío corta
la respiración y los pájaros no pían. Con el crepúsculo la calle
enmudece.