El
pueblo, suena más entrañable, más cercano y asequible que la ciudad,
éste pequeño y nuestro, está muy vacío, muy callado, un poco
triste.... ¿Dónde quedaron aquellos tiempos de terrazas rebosantes de
risas y parloteo, de peñas, de felicidad o algo parecido a ella? ¿Dónde
está la juventud o es qué sólo salen de noche cerrada como los vampiros? ¿Cuántas tiendas han echado el cierre, bares, y otros negocios?
El cese de actividad en ENUSA dio una estocada mortal a la economía de la comarca, y la crisis de 2008, la puntilla.
Y
seguimos renqueando, sin levantar el vuelo; en el paseo me encontré con
un vecino, y comentamos la decadencia, no en el exterior que se ha
modernizado, y trata de atraer a un turista de interior, porque nuestra
ciudad tiene un gran patrimonio artístico y natural, sino en una
sociedad dormida, aletargada, que se ha acomodado al negocio en auge de
las residencias de ancianos, resignación ante las pocas expectativas
de una oferta laboral aceptable.
Seguimos hablando con un café, en el único bar que estaba abierto, y no eran las 12, no puede ser, ya no perderá Cenicienta su zapato, ni habrá príncipe, ni el castillo volverá a su antiguo esplendor y me preocupa, porque una ciudad que no sueña puede dejar de brillar.