DISFRAZADOS DE SALVADORES, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
En esto que con Milei llegó el estruendo, que suena como a revolucionario, y no es más que algo superficial, puesto que lo que en realidad hay es un gran engaño que es el camino directo hacia la plutocracia, condenando a las arcas públicas al hambre mientras se acumulan riquezas inmensas para los ricos haciendo que a un tiempo las reglas del juego y las normas sociales se vayan desintegrando.
Esto trae un mayor empobrecimiento de la clase baja y también de la clase media con estudios en todo el mundo. La actual paradoja, es que una gran masa de ellos voten precisamente ahora esto, puesto que el estruendo lo que oculta es la debilitación de sindicatos, la bajada de salarios no aumentando su subida a la par que la inflación, el atrofiamiento de una fiscalidad progresiva con lo que conlleva para el mantenimiento de las pensiones y el seguro de desempleo y prestaciones sociales para discapacitados.
Ciertamente que en no mucho tiempo en Argentina el número de pobres aumentará, y que las posibilidades de darle la vuelta al desastre serán muy dificultosas. ¿Pero por qué sucede esto? Mayoritariamente porque ya viene pasando no sólo en Argentina, sino en muchos otros países incluso gobernando los partidos llamados a fortalecer aquello que dicen defender, que es que la distribución de la riqueza tenga la suficiente fuerza para parar las dinámicas neoliberales, y poder sostener una sociedad sin tragedias causadas por hambrunas o por falta de atenciones médicas. Y en estas estamos, huérfanos ya y capitaneados por Estados Unidos desde los años 80 en los que Reagan abrazó el neoliberalismo abandonando el contrato social de la postguerra mundial, viniendo todo esto a parar en la extensión de Trump y provocando una honda expansiva por todos los rincones del mundo occidental. Se lo facilita tener todos los medios, pues con su capital contratan a personas influyentes, controlan a los medios y pueden programar a largo plazo.
Que además consigan personajes que les ayuden entrando en tromba contra lo que pueda aún representar un intento de freno, con malas maneras y peores intenciones, tratando de pescar en las aguas revueltas del malestar social, creadas por ellos mismos y atribuyéndoselas a sus enemigos los resistentes a entrar en la dinámica social del desastre. Esto es ya mucho, pero más y peor es que cuela y que cada vez tenga más seguidores por todas partes.
La pregunta es si aún no es tarde y hay medios para frenar esta tendencia ultra, o ya estamos en un declive que no tiene retroceso más que con una eclosión social, en las que los mayores perdedores suelen ser los de abajo, a los que encima se les hace pensar que su pobreza es causa de su inutilidad y no de un sistema con trampas y amañado por los poderosos, y no es que sobren los empresarios creadores de riqueza, lo que sobra es la ceguera a un reparto que conlleva a la perdida de la paz social, pues mismamente en España hay directivo de grandes empresas que llegan a cobrar 286 veces más que los empleados. Amén de una acumulación de capital como antes nunca se había dado ni en este país ni el mundo, concentrado cada vez en menos empresas.
El problema por tanto no son sólo los insultos a un presidente de España por parte del Milei de turno, sino el de los daños a toda la sociedad occidental causado por todos los Trump, Milei, Melani y Abascal disfrazados de salvadores.