Él,
con sus pasitos de terciopelo, sigue la estela de las flores. ¡Hola!
Risas… Qué ocurrencia. La media lengua atrapa el final de cada palabra
y se ríe con todos y de todos. Vuelven las flores e insiste, quiere
jugar. Ni espera ni desespera ni pierde la compostura. Sonríe, sabe que
se acerca su momento.
Al niño de mis ojos.