CUIDADÍN, CUIDADÍN, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
Después de lo vivido estos días, y sufrido en sus carnes los valencianos y andaluces, creo que todos ya, tenemos presente la fuerza destructiva del agua cuando cae en demasía, como allí lo ha hecho.
Que esto no era normal que sucediera era así hasta ahora, de aquí en adelante, con la ciencia en la mano sabemos ya que desgraciadamente se producirán DANAS frecuentemente, lo cual es ya algo más que una mala noticia.
Ahora bien, si los ribereños del Mediterráneo tienen compradas muchas más papeletas, eso no quiere decir que sólo allí puedan aparecer DANAS, y que por supuesto, aquí, en Ciudad Rodrigo, no estamos libres de esos aluviones de agua, los cuales ya todos hemos conocido, y en el barrio del Puente padecido, y también sabemos que el agua nos llega desde el Atlántico (el cual, por cierto, hoy en pleno mes de noviembre tenía sus aguas a 17 grados); y por experiencia, cuando las presas están llenas y el agua les llega, siempre se terminan abriendo sus aliviaderos, lo cual viene a agravar aún más la situación. Cuestión esta que recuerdo al hilo de la memoria de la última que padecimos en Ciudad Rodrigo, ya con la flamante presa de Irueña construida.
Y después de dicho esto, a donde quiero llegar es a que sería muy conveniente que nuestras presas del Águeda no contengan más de la cantidad de agua aconsejada, para evitar catástrofes, y que creo que en Irueña sería en torno a algo menos del total de su capacidad. Que no contenga por tanto más agua que esta, sería más que conveniente, no sea que por hacer más luz no se respeten los niveles de agua que nos mantendrían a salvo.
Cuidadín, cuidadín.