24 agosto 2025

ARDE NUESTRO PAÍS (LAS MALAS PRÁCTICAS), por José Luis Puerto

ARDE NUESTRO PAÍS (LAS MALAS PRÁCTICAS), por José Luis Puerto - Ateneo Virtual Mirobrigense – Ciudad Rodrigo

José Luis Puerto
ARDE NUESTRO PAÍS (LAS MALAS PRÁCTICAS), por José Luis Puerto

    Está siendo muy doloroso contemplar cómo todo el noroeste de la Península Ibérica está ardiendo, debido a unos fuegos, surgidos en múltiples territorios e incontrolados, que están arrasando bosques, paisajes, hábitats humanos y animales, tierras cultivadas, ganados… y hasta poblaciones o parte de ellas.

    Son, en el fondo, unos fuegos anunciados. El campo está abandonado (la ya tópica España ‘vaciada’), envejecido, despoblado y…, sobre todo, desatendido. No hay, debido a mil excusas y a una no menor cantidad de negacionismos, políticas forestales, políticas coherentes hacia el mundo rural. Han desaparecido los rebaños, los mantenimientos de los bosques, el cuidado de la tierra…

    Podíamos seguir con las mil causas que nos traen estos incendios. La del cambio climático y calentamiento global es decisiva, como muy bien y de modo absolutamente científico y objetivo nos vienen mostrando especialistas y científicos en las variadas materias que se encargan de analizar el clima, la tierra y el cosmos en el que existimos.

    Pero quienes piensan que la tierra es cuadrada niegan la mayor: que haya ese cambio climático y ese calentamiento global del que se viene hablando desde hace ya lustros. Y, con esa negación, cuando llegan a los gobiernos autonómicos, viene una consecuencia nefasta para el mantenimiento adecuado de nuestros bosques, paisajes y mundo rural: restringen, cuando no eliminan totalmente de las consejerías de que se ocupan, los presupuestos destinados a tal mantenimiento, como, por ejemplo, el de la existencia de bomberos forestales, o de brigadas que limpien y mantengan los bosques y otras soluciones por el estilo.

    León arde. Una provincia tan variada y hermosa está sufriendo los fuegos o incendios por los cuatro costados. Y lo mismo le ocurre a Zamora, a la hermosa comarca de Sanabria. Como también a distintas áreas salmantinas. De Orense, indican los medios de comunicación, está quemada la décima parte de la provincia. El norte de Extremadura también se halla asolado…

    Es necesario un cambio de paradigma, un cambio de actitud, no solo por parte de los dirigentes políticos y gobernantes, sino de toda la sociedad. El respeto hacia la naturaleza tiene que formar parte de los programas escolares. La conciencia en tal sentido de niños y adolescentes es decisiva, para un cambio de actitud.

    Sobran las malas prácticas de algunos de nuestros gobernantes de encender la yesca política para acusar al contrario y convertir los incendios en pretexto para el desgaste del adversario. En nuestra comunidad autónoma, el partido que lleva gobernando en ella durante casi cuarenta años, tantos como los que duró el franquismo, tiene mucha responsabilidad, y no se puede escudar en no sé qué justificaciones para no realizar políticas decididas en pro de nuestro medio ambiente, de nuestra tierra.

    Pero sobran también otras muchas malas prácticas: la actitud depredadora del turismo, que tiene ante el mundo rural y la naturaleza una actitud consumista e irresponsable de usar y tirar. Y otras varias malas prácticas que están haciendo que nuestro mundo rural agonice, que nuestra naturaleza agonice.

    Las aguas del Mediterráneo, se dice estos días, están muy subidas de temperatura; quienes se bañan en ellas sienten –según indican– que se están bañando en un caldo. Y esto traerá, irremediablemente, otras ‘danas’ y otras catástrofes, ambientales y humanas, como ya se vio en Valencia durante el pasado otoño.

    Arde nuestro país, arde la tierra. Ay. Pere Gimferrer titulaba, en 1966, un poemario memorable en nuestras letras como Arde el mar, en una imagen bellísima, a través de un oxímoron que ya había ensayado la lírica tradicional.

    Los fuegos, los incendios, nos hacen descender desde oxímoros e imágenes hasta la cruda realidad. Es necesario cambiar de paradigma. Y ahí todos hemos de arrimar el hombro. Para que la tierra pueda seguir siendo esa casa de todos y para todos.