Hoy el sol también arrea. Las ovejas hambrientas balan desesperadas y hocican los restos de nada porque la parcela está exhausta. Y en su deriva por cada rincón destrozan la propiedad que ya ni les va ni les pertenece. Se comieron el sombrajo y ahora insisten con la rumia de una lata de rencor, ese pienso revenido que acalora y amodorra. Un siroco sopla traidor y la arena ciega a un mastín desorientado.