20 agosto 2022

II. UNA TARDE EN EL BUEN TIEMPO, por Clara Blázquez Sánchez



 

 

 

 

 

 

II. UNA TARDE EN EL BUEN TIEMPO, por Clara Blázquez Sánchez

Ya no había forma
de subir más el sillín,
las piernas seguían creciendo
y mi “BH”, compañera inseparable
de juegos, tristemente
se iba quedando pequeña...

Cumplía doce.
Apareció entre el humo
al soplar las velas,
la bicicleta roja soñada.
Guardada con cariño
en el desván de mis recuerdos,
hoy me hace sonreír...

Tenía un diámetro mayor
en las ruedas todoterreno
y un pequeño guardabarros
que no evitaba
poner perdido el portal de casa,
haciendo que me ganara
alguna que otra reprimenda
de vez en cuando.

Letras redondas y un pequeño respaldo,
esperaban las aventuras de cada día,
en el sillín alargado de cuero negro
en el que cabían las ganas de disfrutar
y alguna amiga que no tenía bici,
y por supuesto, también venía,
era un lujo,
llevar a alguien sin ponerse de pie,
nadie se quedaba atrás.

Un pedaleo incansable,
aunque pesaba lo suyo,
preciosos amortiguadores,
casi de adorno,
y el manillar tipo “chopper”
con un espejo para reflejar el cielo
te elevaban sobre risas,
en un tiempo que soplaba amable
alargando las tardes con los amigos.

Ansias de libertad, a pedales;
un bocadillo en papel de estraza
y tres duros en la mochila de nylon
recorrían felices la calle principal,
hasta las afueras del pueblo;
la cooperativa,
sol, agua, viñas preñadas
y el olor a tortilla que se escapaba
con los ánimos del que iba el primero
tirando con ganas de los demás
nos llevaban hasta Pinilla.

Era todo lo que nos separaba de casa,
y todo lo que nos hacía volar y reír,
hasta que la luz de la tarde se coloreaba cálida con hora de volver,
el kiosco de la ermita cerraba
y aquella pandilla mágica,
que se creía mayor
por pasar al año siguiente al instituto,
pedaleaba rápido para llegar a cenar.

Recuerdos entrañables
que volvían en la mochila
al atardecer
subidos a la bicicleta,
pedalean hoy hasta mí...


“Orbea Furia roja” años 80