11 agosto 2022

I. UNA TARDE EN EL BUEN TIEMPO, por Clara Blázquez Sánchez


 

 

 

 

 

 

 

I. UNA TARDE EN EL BUEN TIEMPO, por Clara Blázquez Sánchez


Con la pequeña herramienta

de la carterilla de plástico,

que colgaba bajo el sillín,

giramos tuercas

y aflojamos tornillos

para devolver a los ruedines

la seguridad

que me habían prestado

por algún tiempo de la niñez.


Quité la pata de cabra

con decisión.

las sandalias titubeaban

al subirse a los pedales;

risa nerviosa escapaba

por el hueco de algún diente

y una voz atolondrada, decía:

¡no me sueltes!


Caminabas a mi lado

sosteniendo la bicicleta.

Aceleraste un poco los pasos,

el traqueteo del manillar,

una pequeña carrera

y me soltaste…

Dejando que me llevara

tu impulso de confianza.


Mis manos

apretaban con fuerza

los manguitos de color crudo.

Los pedales agarraron mis pies,

iban solos en un sueño,

mientras mis ojos

fugaban a un punto de la plaza,

tratando de llevar el manillar recto

y mantener el equilibrio en el aire.


¡Mira hacia adelante,

lo estás consiguiendo!


Mi BH granate y blanca

apenas rozaba el empedrado

con sus dos ruedas,

tenía alas cromadas,

¡volaba!

y yo iba en ella sobre el mundo

con mariposas en el estómago

y brisa sobre la cara.


Al final de la calle

había relajado los dientes,

me atreví a soltar un pulgar

para escuchar el timbre metálico.

Apreté suave hacia mí los frenos,

y levanté algo de polvo

con las punteras.


Un salto feliz del sillín de cuero

para tocar el suelo

y sujetar mi bici, que orgullosa,

me dejó girar mi sonrisa

hacia atrás,

para encontrar tus ojos

entre aplausos emocionados

al principio de la calle.


Clara Blázquez Sánchez.

09/08/22