24 febrero 2023

DESCENTRADO, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

DESCENTRADO, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

El cielo estaba grisáceo, casi blanco, el mar calmoso, la gente tranquila, la casa con patio en el que juegan los nietos.
 
Los ruidos no existían, el tráfico era mínimo, todo estaba envuelto en tranquila paz,  sin más ruidos que los de mis nietos, que como son los míos, no me molestan sino que me alegran. 
 
En éstas estaba, disfrutando de una tranquilidad que tanto se agradece ya a mi edad, con la cabeza puesta en la nada, y los ojos en lo distinto al resto de los días, mientras escuchaba el susurro de los pinos, que los aires bamboleaban con suavidad, y luego,  en la playa, las gaviotas.
 
Cuando iba sintiendo la brisa en mi rostro, las olas, más que romper, deslizaban, mientras algún velero aparecía y desaparecía acunado por el mar.
 
En medio de todo este estar perfecto, parece que nada más se necesita, y ya ven, pues como que no, sentía el don_don de la campana con los vídeos que me mandaban, y me puse nostálgico recordando los carnavales vividos en la juventud,  y como con ganas de estar allí, en los encierros, naturalmente de espectador, dada mi edad.
 
No he estado mal, como que he elegido bien, también para mis nietos que con nueve años ni puedes llevarlos de la mano ni sueltos. Sin embargo, una especie de pena me acechaba por estar fuera, y envolvía lo bueno que me rodeaba como una calima borrosa. Ciertamente, estaba viviendo unos días muy agradables al tiempo que deseaba estar en Ciudad Rodrigo, en una situación descentrada que me desasosegaba y que intentaba espantar jugando con mis nietos.