24 marzo 2023

SOLEDAD RODEADA, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

SOLEDAD RODEADA, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

Es domingo, no uno cualquiera, a mayores es el de San José, motivo por el cual yo no he ido de ruta. Estoy pues en Ciudad Rodrigo, a la espera de la comida familiar que tendremos para celebrar mi santo y el día del padre, salgo a dar un paseo por nuestra ciudad, la de murallas adentro, la cual está llena de gente. Escapando del gentío, me dirijo a la Batería, y desde allí me dispongo a entretener el rato leyendo y disfrutando del espectáculo visual que este mirador siempre ofrece, del cual guardo en mi memoria muchos días de mi infancia, dado que a ella salíamos a jugar desde la escuela que tiene pegada.
 
Todo ésto, un libro, un paisaje hermoso y un montón de vivencias en el lugar, es más que suficiente para tener un rato gozoso, pero hay algo que falta y es la compañía, aunque sea solo visual de algún transeúnte que te traiga una vivencia común a ambos. Pues bien, nadie en toda la mañana, la ciudad en los domingos es un vacío de los suyos, en un punto en el que siempre hay con quien intercambiar palabras o simplemente el recuerdo que nos provoca el verlo.
 
Y sin embargo el entorno no transmite tranquilidad, pues es un constante ir y venir de gente, y mucha, pero todo turistas, en parejas, familias o  grupos escuchando al guía sus explicaciones sobre el castillo, la muralla o el puente,  en un sitio tan nuestro a unos nada nuestros, que me parecía como el tiesto que se le pone a una planta con la que no encaja.
 
Ante este panorama me desentiendo de mi yo interno, formado por recuerdos personales, y me dedico a observar el presente, que es algo así como una suplantación de lo natural que fue este trozo de muralla, del que yo hace años me sentí dueño y señor.
 
Nada que reprochar a estas personas que deciden pasar unas vacaciones con nosotros... pero qué soledad sentía en medio de todos mientras me rodeaban sin ningún asidero de memoria compartida.