11 agosto 2023

DE TÍTERES, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

José Luis Sánchez-Tosal Pérez
DE TÍTERES, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

    Escribir hoy algo en un lugar que tiene un amplio mirador desde el que la vista abarca unos quince pueblos, y estás en él rodeado de verde, del cual sale el canto de la cigarra, envuelto entre la música que llega desde el frontón del pueblo, lugar que sin lugar a dudas entonces puede que haya baile. Tener en él un banco, como corresponde a un lugar reconvertido en espacio de recreo, en el que anteriormente se trillaba, y además se ajusticiaba a delincuentes o criminales, haberlo visto idealizado en la película “El nido”, y estar en él ahora con todo esto sabido y sentido, mientras el reloj de la torre da la hora, pues como que ya son los suficientes ingredientes como para no escribir, a menos de nada, de lo que llena la televisión y los diarios, cosa que no es tan fácil. Pero si uno recuerda que por aquí seguro correteó aquel niño, que un día sería exiliado de esta España mía que dijo Cecilia, me refiero a León Felipe, que vivió de los 2 a los 9 años en Sequeros, y el cual consiguió escribir tanto y tan bueno como humano, en circunstancias tan difíciles para él y para España, pues como que entonces esto de hacerlo uno aunque sea agosto, como que ya lo veo menos complicado, si bien es verdad que no es tan fácil hacerlo. Pues sin hablar del malvado Sánchez y de los peligros infinitos del sanchismo, así como lo que de bueno tienen los gobiernos buenos, no los de Frankenstein, cuando se cargan la memoria histórica, ningunean el machismo salvaje, e introducen la medicina privada en los hospitales públicos, resulta complicado.

    Ahora bien, de verdad que envuelto en la luz de una tarde de agosto, ¿es de esto de lo que más apetece hablar? Seguro que no, y por tanto, volvamos cada uno y todos a lo nuestro, que en estos días es gozar, ser algo más narcisistas y mirar el cielo y los cielos  y las criaturas celestiales que se cruzan con nosotros, así como las estrellas y a ser posible sin estrellarnos, que de eso ya se encargan otros, por tanto, eso sí, no los perdamos de vista, pero mejor ahora olvidémonos de ellos aunque ellos no paren de chapotear en la cenagosa charca tan paralizante, por tener las aguas tan cargadas de seguridades fallidas, las de creer que ganaban y que luego no fue así como ellos creían que ganaban, por lo que ahora no paran de hacer aspavientos.

    Yo no sé dónde se irán ustedes ahora, yo a un circo que hacen en el frontón, pues no era baile, o sea, a lo que mi abuelo Teodoro me llevaba y llamaba títeres cuando yo era niño en Peñaranda.