Podríamos decir que le faltaban minutos a la Conferencia sobre el Clima para su fin y se sentía que era un fracaso, y luego, como cuando un fuerte viento abre la ventana y hace entrar luz cegadora, pues así, en un abrir y cerrar de ojos, la Cumbre del Clima COP28 pasó de ser un fracaso a tener acuerdos cargados de sentido y por tanto de esperanza, para este barco que es la Tierra, que a decir de los ecologistas está tocado pero no hundido, y que si estos acuerdos se cumplen estamos entonces aún a tiempo de salvar la nave, es decir, nuestra casa la Tierra.
Y hasta aquí, en principio todo muy bien, luego, detrás, viene la letra pequeña, y en ella vemos que no hay dotación económica señalada, y que sabido es que los costes en principio son altísimos, aunque los beneficios obtenidos merezcan mucho la pena, y tampoco tiene un orden de conjunto, sino que deja que cada uno en su casa resuelva según crea. Vamos, que es para decir: “porfa, cierren los parabienes a estos acuerdos hasta que esto no esté clarificado” y que visto los grandes intereses en juego y visto lo que sucede con las mujeres y los niños de palestina cuando estos andan por medio, pues que a mí sólo se me ocurre preguntar lo que aquel niño pobre que un día su madre le daba jamón: “mucho jamón me das madre, será bueno?”.