19 abril 2024

A CHANGE IS GONNA COME (Un cambio llegará) por Jesús Domínguez, vecino

A CHANGE IS GONNA COME (Un cambio llegará) por Jesús Domínguez, vecino - Ateneo Virtual Mirobrigense

Calle del Carnaval del Toro - antes calle del Comandante Che Guevara
A CHANGE IS GONNA COME

(Un cambio llegará)

por Jesús Domínguez, vecino

        Inopinadamente, los vecinos de la ya olvidada calle Comandante Che Guevara, nos desayunamos ayer con el nuevo cartel identificativo de la calle, que sustituye al anterior. El nuevo cartel fue colocado el miércoles, siguiendo el mismo procedimiento que ha caracterizado todo el proceso, o sea, sibilinamente, de forma silenciosa, sin previo aviso y avasallando, pues al parecer, ni siquiera se lo han comunicado a los propietarios de la fachada en la que se ha colocado, lo que ya de por sí dice mucho.

       Tampoco hubo foto, ni autobombo, ni presencia municipal, ni vecinos (favorables o no al cambio de nombre). Vamos, que lo que se suponía que era algo querido y deseado por TODO Ciudad Rodrigo, lo que no se podía tolerar el mantenimiento de un nombre como el que había, que vaya imagen que da a nivel nacional e internacional, resulta que ha pasado absolutamente desapercibido. Coherencia cero.

       Cabría pensar que acto tan simbólico como expulsar a un “dictador comunista”, habría tenido una cierta repercusión y quizás hubiera exigido alguna presencia de algún miembro del equipo de gobierno, que votó en su día la resolución “como un solo hombre”. Es posible que hubiera cierta reserva al valorar si darle o no publicidad al acto, no fuera a ser que los vecinos de la calle nos pusiéramos a ejercer algún tipo de violencia o a intentar impedir por la fuerza la colocación del cartel. No en vano, fuimos ya etiquetados de presuntos violentos, cuando el día en que se celebró el pleno municipal en que se aprobó la propuesta de la alcaldía, y ante la asistencia de varios de los vecinos afectados, fueron colocados varios agentes de la Policía Local en las puertas de acceso al lugar de la reunión, según parece, “para mantener la seguridad e integridad de los miembros de la corporación”.

        No sé que tipo de miedo atávico debe acechar en los corazones de nuestros dirigentes. Es cierto que la gente cada vez está más decepcionada, lo que ha llevado a algunos sectores excesivamente radicalizados, a cometer actos de acoso a políticos, como el reciente caso del exalcalde de Ponferrada y portavoz socialista en el Ayuntamiento, Olegario Ramón, que fue agredido por un grupo de radicales en plena calle y a su salida de la sede del partido. Pero de momento, es la excepción, no la regla.

       Y en lo que nos toca a los vecinos, creo que hemos demostrado hasta ahora un comportamiento absolutamente democrático, y no se nos debería considerar sospechosos de la realización de tales actos violentos. Por eso yo creo que la ausencia de concejales, más bien se debe a un querer olvidarlo cuanto antes. Hacer como que no ha pasado nada, que no ha habido consecuencias. No nos cuestionamos si nos hemos equivocado, simplemente volvemos el rostro y a esperar otras elecciones. Otras cosas habremos hecho bien, ¿verdad? Y haciendo balance, seguro que nos sale “a devolver”, así que tranquilos.

       Tampoco entiendo este impulso político de cambiar las cosas por cambiarlas. Como la obra en la Avenida de España (ahora más conocida como Avenida del Mediterráneo), o la de la plaza del Campo de Carniceros, obras ambas pensadas más para ser vistas que para ser usadas, que sacrifican la funcionalidad, a una cuestionable estética que agrade los ojos del turista. Eso sin contar las que no son necesarias, por ejemplo la futura pasarela sobre el río que conectará las localidades de Águeda y San Juanejo (https://www.lagacetadesalamanca.es/provincia/ciudad-rodrigo-conectara-pasarelas-peatonales-agueda-sanjuanejo-20231006201547-nt.html). Obra que, según creo, se rematará con otra que unirá a Conejera con Ivanrey, creando una gigantesca “o”, para la que hará falta un descomunal canuto. Pero, ¡qué necesidad, oiga!

        Yo no puedo dejar de pensar a qué nos llevará tal urgencia por cambiarlo todo; qué locas ideas estarán ahora mismo latiendo en las meninges de todos estos concejales; qué funestas consecuencias para los que vivimos en este pueblo-ciudad; de qué nueva y original manera nos empeorarán los cuatro días que vivimos; cómo transformarán el dinero de nuestros impuestos en una suerte de “arquitectura hostil” contra los ciudadanos de a pie.

        No tiene remedio. Yo antes pensaba que dos pájaros no hacían bandada. Que la presupuesta potencia de la misma sociedad era suficiente para controlar la deriva política oligárquica de turno. Y resulta que no. Los últimos estudios sobre aves apuntan a que si un par de ejemplares cambia su rumbo, repercute el comportamiento en la bandada y hace que se dirija a otro sitio. Esto no sería problema si los motores del cambio supieran donde van. Pero resulta que esos que inician el movimiento de todos, lo hacen sin saber muy bien la razón. Puede que obedezca a instintos de autoconservación, como cuando te retiras ante un obstáculo, puede que lo hagan para dominar de alguna forma al compañero o incluso, puede tratarse de un gesto de cortejo ante una posible pareja. El caso es que este movimiento, a priori irrelevante por minoritario, puede hacer que toda la bandada vuele en otra dirección, condenándose en algunos casos a un inevitable desastre.

        Y esto, señores, es el arcano de nuestro viejo sistema electoral, en el cual yo antes creía, y en el que me mantengo sostenido por antiguos ideales de la juventud. Por eso sigo manteniendo vivo el procedimiento contra la decisión del pleno municipal que en su día aprobó el cambio, gracias a un recurso presentado contra el mismo y que aún no me ha sido contestado. Así queda abierta la esperanza del recurso contencioso-administrativo, recurso utilizado por otros vecinos de otros municipios, que han sufrido agravios de este tipo. Y luego, veremos.

      Pero la experiencia de los años vividos ha ido socavando ya mi confianza. Y ahora que soy como aquél olmo viejo, herido por el rayo del desencanto político, únicamente espero ver, si alguno de los elegidos para gobernarnos, realiza un solo gesto honesto de verdad. Tal vez así, como el olmo de Machado, reverdeciera alguna de mis ramas. Pero me temo que esta primavera no va a ser.