Ateneo Virtual Mirobrigense es un blog de opinión ubicado en Ciudad Rodrigo, en el que se expresan las inquietudes, ideas y pensamientos de los articulistas
31 enero 2024
DE PASEO POR EL RECUERDO, por José A. Blanco
CON “J”, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
CON “J”, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
No es nada nuevo, que la izquierda camine desunida en fracciones y cree pequeños partidos sin ninguna fuerza política va en sus genes, pues es más difícil la unión ciega cuando se discuten ideas que cuando se aglutinan por los intereses como es común en los partidos de derechas.
Y en estas estamos y estaremos, pues, siempre, ahora bien, una cosa es estar en desacuerdo por ideas, y otra muy distinta por rivalidades personales, llevadas a veces a extremos peligrosos, como es el último caso que hemos vivido en la votación en la que el gobierno se quedó sin elevar a rango de ley, la ayuda a los más necesitados, porque le han faltado los votos de Podemos.
Llegar con el desentendimiento hasta aquí, sólo es ya causa más de odio que de razones, y por ese camina mal va a ir todo.
A mí lo único que se me ocurre ante la disparatada acción es decir lo de aquel: “hay que ver como pronuncia la jota esa niña”, pues eso, me da que son más los de ...odemos con jota que un partido político.
29 enero 2024
SOBRE EL CALLEJERO MIROBRIGENSE (UN CAMBIO INOPORTUNO), por José Luis Puerto
SOBRE EL CALLEJERO MIROBRIGENSE (UN CAMBIO INOPORTUNO), por José Luis Puerto
Al ser albercano, mi vinculación con Ciudad Rodrigo es antigua. Desde niño, ya recibía historias sobre Ciudad Rodrigo, tanto en el ámbito familiar, como escolar y vecinal. Mi primera visita a Miróbriga en la adolescencia estuvo marcada por la admiración y la sorpresa y por una fascinación que hoy sigue viva en mí.
Además, desde hace años, visito Ciudad Rodrigo regularmente y tengo la fortuna de ser miembro del Centro de Estudios Mirobrigenses y de conocer algo la historia, las tradiciones, la etnografía y la vida popular de las tierras de Ciudad Rodrigo, así como la literatura relacionada con la ciudad en varios aspectos.
Mi profesor universitario Luis Cortés decía que, para que una ciudad se tuviera como tal, había de obedecer al arquetipo de tener acrópolis, catedral y un río que la reflejara. Él estaba pensando en su Zamora, en Salamanca y Ciudad Rodrigo también obedece a tal arquetipo, como Badajoz o Toledo, entre otras.
Y ahora pasemos al callejero de Ciudad Rodrigo. Todo callejero es una huella –y al de Miróbriga le ocurre lo que voy a indicar– de lo que es la vida, la historia, los vaivenes sociales y humanos, así como el transcurso por el tiempo de una comunidad humana. Es, por ello, una huella que nos dice muchas cosas de lo que somos.
Me entero ahora, gracias al documentado artículo de José Luis Sánchez-Tosal y al de Ángel Iglesias Ovejero, que se quiere cometer el desatino, por parte de la corporación municipal, de cambiar el nombre de la calle Che Guevara por el de calle del Carnaval del Toro.
Es algo totalmente injustificado. ¿No hay otra calle a la que se le pueda poner el nombre de Carnaval del Toro? El Che Guevara es un personaje que, más allá de filias y de fobias, es un icono universal, gracias, en buena parte, a la ´mítica’ fotografía que le hiciera, en 1960, ‘Alberto Korda’, el conocido fotógrafo cubano (llamado, en realidad, Alberto Díaz Gutiérrez) y que, como icono reconocible de una actitud contemporánea, de un mito contemporáneo, se ha reproducido en camisetas, ‘pósters’ y carteles, carpetas escolares y otros mil utensilios.
El Che Guevara ha sido, al tiempo, objeto de películas, algunas de ellas merecedoras de algún Óscar. Y el hecho de que esté en el callejero de Ciudad Rodrigo quiere decir que esta ciudad no vive de espaldas al mundo ni a la contemporaneidad.
Me parecería un absoluto desatino el que, por fobias inconfesadas, se quitara ese nombre a una calle mirobrigense que lo lleva. Ante el mundo, de cometer tal tropelía, Ciudad Rodrigo sería objeto de risas y de burlas. Como si se quisiera volver a un blanco y negro que ya no corresponde a estos tiempos históricos.
Esperemos, por el bien y el buen nombre de Ciudad Rodrigo, que tal medida no se lleve a cabo.
José Luis Puerto (Premio Castilla y León de las Letras 2018)
28 enero 2024
LA ESPERPÉNTICA CARNAVALADA EN EL CALLEJERO MIROBRIGENSE, por Ángel Iglesias Ovejero
LA ESPERPÉNTICA CARNAVALADA EN EL CALLEJERO MIROBRIGENSE, por Ángel Iglesias Ovejero
A la diáspora mirobrigense del ancho mundo hispánico llega la novedosa ocurrencia de la Corporación Municipal de Ciudad Rodrigo para cambiar el nombre de Comandante Che Guevara por el de Calle del Carnaval del Toro, o algo así. Es una sorpresa muy relativa, por supuesto, dado el talante moderado que aquella había mostrado hasta ahora en asuntos espinosos de la memoria histórica, como este parece revelar. De hecho, en el contexto político europeo e incluso del “mundo occidental”, quizá no resulte demasiado extraña la patochada de quitar un símbolo revolucionario (como era Ernesto Guevara para los jóvenes la generación de los años sesenta en el siglo pasado) a causa de este súbito entusiasmo onomástico por el Toro, dicho sea con todos los respetos por este noble animal, así como por el Carnaval, al que solo se le reconoce la referencia alegórica de un evento no muy lustroso moralmente hablando. Era una fiesta de raigambre cristiana en la sociedad medieval, pero no incentivada, y de sustrato pagano. En ella, por así decir, se trataba de coger fuerzas antes de la demacrada Cuaresma, y dejando de lado el nombre del dios de la guerra (Marte), se amalgamaba el culto del vino (Baco) y el de la carne, incluida la faceta erótica del término (Venus), todo lo cual se conmemora actualmente en los ecuménicos botellones de adolescentes y gente talludita, aunque en ellos se hace abstracción de los ayunos, abstinencias y penitencias posteriores de tales desahogos.
Los carnavales de antaño tenían un carácter subversivo, y por ello eran objeto de la inquina y casi de un odio africano por parte del nacional-catolicismo durante la guerra civil y el franquismo triunfante en los años del hambre. Sus perseguidores más empedernidos fueron los párrocos y la Guardia Civil, entre los cuales anidan al parecer algunos postulantes para rebautizar como Calle del Carnaval del Toro a la llamada de Che Guevara. Es inevitable hacerse la pregunta acerca de dónde le viene a la derecha española, y por ende a la que gobierna en la Ciudad, este súbito impulso en favor de las tradiciones “subversivas”. No es tampoco ninguna novedad de hondo calado, pues el camaleonismo de los partidos conservadores aquí (llámense “nacionales”, “patriotas” “populares”, “transversales” o incluso “antisistema”) discurre por los mismos derroteros que el de Europa. Empieza en el centro, sigue por la derecha y termina en la ultraderecha. El principal recurso empleado para conseguir o conservar el poder consiste en la perversión lingüística, realmente camaleónica, de su discurso, en el que emplean términos y conceptos propios de la democracia, en la que no creen. Después ni eso. El fascismo declarado ya no asusta en Italia, ni en Francia, ni en Europa, ni en Alemania y otros países del Norte, pero en España sigue donde estaba, apenas solapado en muchos sitios durante décadas.
En Ciudad Rodrigo se ha tolerado y cultivado la exaltación del franquismo desde la época en que oficialmente se daba por desaparecida la Dictadura. Estos es lo que indigna a algunos civitatenses que, como J. L. Sánchez-Tosal, reaccionan ante la injusticia comparativa que supone la permanencia de Agustín de Foxá en el callejero (desde 1963) frente a la previsible ejecución de la aludida carnavalada. Lo que pensamos de aquel personaje, en cuyo honor dejó de llamarse Paseo de las Madroñeras (entre otras denominaciones) la vía urbana que conducía a su finca (antiguo monasterio de La Caridad) lo dejamos por escrito hace algún tiempo en el décimo artículo sobre los Nombres y símbolos de exaltación franquista: “Agustín de Foxá, de Conde a Facha, en el callejero de Ciudad Rodrigo” (https://salamancartvaldia.es/noticia/2019-10-24-agustin-de-foxa-de-conde-a-facha-siempre-presente-en-el-callejero-de-ciudad-rodrigo-46115). En síntesis, ser buen escritor no hace de él un modelo de conducta (cofundador de un partido de vocación violenta que dejó un rimero de víctimas mortales, colaborador de la represión feroz, traidor al gobierno legítimo de la República). Su nombre, donde está, constituye una ofensa permanente para los descendientes de quienes por esa vía fueron llevados al matadero y una vergüenza para la memoria democrática. No el caso del Che Guevara.
Los libros de Foxá están bien en la Biblioteca Municipal (o ¿no?). Como era tan señalado humorista, seguramente le habría gustado que la vía urbana en cuestión se llamara Calle de las Fosas (para que sonara algo del actual Foxa, sin acento gráfico), pero, con vistas a no caer en el tremendismo, nos parecería bien un rótulo sencillo: Calle de los represaliados por el franquismo (o algo así).
LECTURA Y ESCRITURA, por José Luis Puerto
Hay un término, no hace mucho acuñado por los pedagogos renovadores y que ha circulado (¿lo sigue haciendo?) en nuestro sistema educativo, como es el de lecto-escritura, que, de algún modo, pone el dedo en la llaga de uno de los descuidos que, entre otras razones, debido a esa extraña sacralización y absolutismo con que han irrumpido y se están comportando las nuevas tecnologías, que está teniendo la educación, no solo en España sino en toda Europa.
Ahora resulta que los artilugios tecnológicos, las pantallas de todo tipo, nos van a conducir a una pérdida que, en occidente y en los demás continentes y civilizaciones ha costado siglos, en un empeño aún no logrado del todo: que la mayor parte de los niños y adolescentes (y también la población adulta) aprenda a leer y a comprender lo que lee, y también a escribir.
A través de los medios de comunicación, nos enteramos de que los muchachos del norte de Europa (y de otras latitudes) están olvidándose de escribir a mano, en el papel, con el lapicero o el bolígrafo.
Y, sutilmente, vamos descendiendo escalones dentro de esa conquista social de que nuestras gentes sepan leer, comprender lo que leen y escribir. Sin estas herramientas, no puede accederse, querámoslo o no, al conocimiento, a todos los conocimientos.
De ahí que sean necesarios, tras tanto culto irracional a los dioses de las nuevas tecnologías y aparatos (móviles, tabletas con pantalla, ordenadores, etc.), que han llegado como vándalos, regresos a las herramientas adquiridas por toda la sociedad: la lectura y la escritura.
Leer nos ayuda a comprender el mundo, a descifrar los caminos del conocimiento. Y escribir es una de las herramientas más eficaces para expresarnos y para comunicarnos.
Con tales herramientas, las gentes se humanizan y civilizan (frente a tantas barbaries de motosierra como nos amenazan), desarrollan su capacidad crítica, de enjuiciar y posicionarse ante los demás, ante la sociedad y ante el mundo.
De ahí que sean pertinentes (pese a tantas voces en contra que enseguida se levantan, cuando alguien hace propuestas nuevas entre nosotros) esas medidas gubernamentales de potenciar, en nuestro sistema educativo la comprensión lectora y las competencias matemáticas.
Todo lo que suponga la mejor formación de nuestros niños, adolescentes y jóvenes bienvenido sea. Porque, más allá de los resultados del informe ‘pisa’ (no saquemos tanto pecho, porque en países mediterráneos como España o Italia, e incluso Francia, el norte, más desarrollado económicamente, alcanza mejores resultados que el sur, pues lo económico y social influye en lo educativo), el potenciar las capacidades de comprensión y expresión de nuestros escolares favorece a toda la sociedad.
Lectura y escritura. Comprensión y competencia de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Más allá de polémicas, de uniformes y de uniformidades cuando se plantean pruebas selectivas que no pueden desarrollarse de modo uniforme, porque ese tiempo ya ha pasado.
Y nunca tendrá que haberlo hecho esa vía del humanismo que Europa alumbró en la modernidad y que sigue siendo un faro orientador, para no caer en cualquier modo de barbarie, ni de motosierra ni de retrocesos a una vida de nodo en blanco y negro.
26 enero 2024
LAS DOS CALLES O NINGUNA, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
LAS DOS CALLES O NINGUNA, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
Por dónde meterle mano al controvertido y espinoso asunto de la desaparición del nombre de Che Guevara en una de nuestras calles, al parecer por la petición de un vecino de forma no oficial, cosa esta que ya de por sí tiene su miga, pues me suena a plano inclinado la rapidez de atención a la queja que si fuera en otra dirección me da que estaría llena de objeciones legales que ahora se ignoran.
La decisión es, a mi modo de ver, tan controvertida como puede ser la trayectoria vital del Che según se mire y quién. Fue un médico intelectual que no resistió la dureza con que las gentes de los países sudamericanos tenían que convivir a diario a cuenta de los políticos, que aunque propios no eran más que hombres de paja, léase para mayor saber “El señor presidente” del Premio Nobel Miguel Ángel Asturias. Y contra estas y en estas estuvo y anduvo por el mundo, especialmente por su muy querida América del sur, donde un buen día se encontró con Fidel Castro, y fue puntal básico para la expulsión de Batista y la imposición del régimen comunista en Cuba. Conquistado el poder no se quedó apegado a él, sino que se alejó de este, de sus comodidades, prebendas y mullidos sillones, yendo a parar a las guerrillas de Bolivia, donde fue herido y apresado e inmediatamente ejecutado. Como teórico y práctico defendió la lucha armada contra el imperialismo americano y se solidarizó con todos los países del Tercer Mundo y como hombre hizo coincidir su teoría con la práctica, hasta dejar la vida en ello.
Por tanto, que empuñó las armas sí, pero por qué y en defensa de quienes es algo a reflexionar, antes de hacer desaparecer su calle en nuestra Ciudad. Por cierto, que el nuevo nombre que se le va a poner de calle del Carnaval del Toro es inexacto, pues no es esta, sino la de al lado donde este sucede, que mira tu por dónde es la de Agustín de Foxá, cuarto Conde de Foxá, y antiguo propietario del Monasterio de la Caridad que tanto supone para muchos mirobrigenses. Pero que mira por dónde, no está tampoco lejos de andar en asuntos de guerras, concretamente en la nuestra, tan triste como feroz, hablo de nuestra Guerra Civil, en la que tanto sufrió y perdió el país. No fue desde el primer momento un espectador sino un miembro activo de esta, pues desde sus comienzos estuvo cercano a José Antonio Primo de Rivera, y entre otras cosas es coautor del Cara al sol, himno con tanta vocación de español como contradicción, pues nació en un restaurante de lujo vasco en Madrid, esta tierra tan odiada como para hacerle el bombardeo de Guernica a manos de la muy moderada aviación nazi, compañeros de viaje de la Falange y de Franco en el golpe de estado dado a la República.
Por cierto, el himno, fue compuesto por J. Félix, Jacinto Miquelarena, Haro, José Antonio, Rafael y Dionisio Ridruejo. Mientras la música golpeaba los teclados Agustín de Foxá escribió: “De cara al sol, con la camisa mueva / que tu me bordaste ayer”, siendo esta su aportación al himno falangista que fue hecho al unísono por los mencionados. Como todos sabemos, la Falange tenía y empuñó armas desde un principio, son palabras de José Antonio: “Que se rompan las urnas era su más noble destino, que patria era una unidad de destino en lo universal y que para defenderla había que emplear la dialéctica de las pistolas”. Y por estos lares, es decir por las tierras de Ciudad Rodrigo donde no hubo guerra sino sólo represión, la Falange encargada de ella la usó contra desarmados e indefensos, donde mira tu por dónde la Caridad, su finca y casa se convirtió en lugar carcelario de todo aquel considerado rojo, y de lo que con ello se hizo en nuestra Ciudad el que se quiera enterar bien que lea “La represión franquista en el sudoeste de Salamanca”, de Ángel Iglesias Ovejero, y después pensemos si estamos o no a priori, para que esa, la que sí es la calle por donde pasa el Carnaval tenga por méritos propios desaparecer como tal el nombre de Agustín de Foxá. Todo esto, claro desde la aplicación de la óptica que se tiene para con la de Che Guevara.
Dicha y contada esta historia personalmente pienso que ambas deberían ser respetadas, ya por lo que históricamente representa tanto la una como la otra, pues Agustín de Foxá además de falangista era escritor, y no malo, que dio una visión de la Guerra Civil que si bien es totalmente derechizada en su novela “Madrid, de corte a Checa” es imprescindible conocerla para mayor comprensión de nuestra tragedia, y mayor conocimiento de lo que no llegaba a comprender el muy aristócrata e intelectual, pues la clave de esta a mi entender está en un pasaje que describe los felices días anteriores al exilio del rey, cuando en el campo de tiro se reunía toda la alta sociedad madrileña, y lo que en ella sucedía a los que estaban era a menudo portada de ABC, mientras que con sus escopetas se divertían matando pichones, los que unos descamisados, jugándose la vida en una tapia si algún tiro se perdía para ellos, remataban con crudeza los pichones heridos, a los que Agustín describe como unos seres sucios y crueles que estaban en la tapia esperando cogerlos para comérselos, y es que no entendía nada del por qué, pues ellos los mataban a distancia sin mancharse las manos, y no cabía en su cabeza que se tuvieran que mientras se jugaban la vida en medio de los disparos remataran con crudeza y prontitud al pichón para poder comer, como si estos momentos fueran para andar con remilgos. Cuando no se entiende esto, poca razón se puede tener aunque se escriba muy bien.
Personalmente pienso que queriendo hacer desaparecer las calles de ambos, y con ellos su memoria, no nos hacemos un favor, pues querámoslo o no el Che es un icono del siglo XX, que estará y perdurará por encima Kissinger, Premio Nobel de la Paz por aquel entonces, todo poderoso instigador de todo suceso sudamericano. Y Agustín de Foxá un escritor al que hay que recurrir para entender todo lo que no entendía la aristocracia española que dio al traste con la República.
Dicho esto, mucho me temo que sin reflexionar sobre todo ello, se ejecute la acción de borrar el nombre de la calle, a pesar de los perjuicios tan bien descritos en el artículo Where the streets have no name (Donde las calles no tienen nombre), publicado en este blog por Jesús María Domínguez, de borrar la calle Comandante Che Guevara dejándole el mal nombre de calle Carnaval del Toro que más le pertenecería a la de al lado y a la cual a pesar de lo que hemos contado tampoco sería conveniente hacerlo.
¿Pero por qué a una sí y a la otra no?
24 enero 2024
Where the streets have no name (Donde las calles no tienen nombre), por Jesús María Domínguez
Where the streets have no name (Donde las calles no tienen nombre), por Jesús María Domínguez
Me viene a la memoria el título de esta famosa canción mientras leo con estupor las noticias publicadas en medios locales sobre el cambio de nombre de la Calle Comandante Che Guevara de Ciudad Rodrigo, calle en la que vivo desde hace 23 años.
Según se desprende de la noticia, el nombre de la calle debe despertar cierta comezón en la sensibilidad de algún vecino, que se “queja” (en el titular de la noticia viene así, entrecomillado) de la nomenclatura de la misma. Sin embargo, otros no hemos tenido siquiera la oportunidad de quejarnos; tampoco de manifestarnos ni a favor ni en contra, porque en ningún momento hemos sido consultados por el equipo de gobierno, que al parecer, ha tomado la decisión de forma unilateral e ineluctable, pues le asiste la razón de la mayoría absoluta.
Pero es evidente que, en democracia, cuanto más consenso, mejor. Y cuanto más cerca estén los políticos de los ciudadanos, mejor comprenderán sus problemas del día a día. Pero esto es algo que ya ha olvidado la ralea política, que vive en su propio mundo, donde lo que cuenta es ganar adeptos, conseguir votos, a costa de lo que sea, mantenerse en el poder. La verdad es que, con la deriva que se aprecia en la clase política (toda, sin distinción de signo o siglas), es fácil que se genere en el ciudadano la sospecha de si esta decisión obedece a la intención de echar una cortina de humo sobre alguna otra mal tomada, cuya trascendencia a la opinión pública se quiere ocultar o menguar. O de la posibilidad de que existan potentes influencias externas que, a modo de “lobby”, quieran manejar la voluntad de los demás, vete tú a saber con qué oscuras intenciones.
Pero, con todo, lo que me resulta más difícil de creer, es que el prurito que puedan tener algunos vecinos con el nombre actual, haya podido ser la causa instigadora del cambio del nombre de la calle. No sé si esos vecinos conocen bien el perjuicio que va a ocasionar a sus convecinos este cambio. Y ojo, porque tendrán que convivir con los perjudicados durante bastante tiempo. Lo cierto es que la calle en cuestión, de no más de 140 metros longitudinales, tiene, 6 bloques de 6 viviendas cada uno y, si no recuerdo mal, unos 19 chalets adosados. Por mucho que bajemos la media de residentes por vivienda, no podemos decir que se trate de una calle con pocos vecinos. Según lo publicado en salamancartvaldia.es, web a través de la que se informan muchos paisanos, el señor Alcalde, Marcos Iglesias, indica que el cambio puede generar un “estrago” a los vecinos. Esta palabra que mi buen amigo, el diccionario de la RAE define en su primera acepción como “daño hecho en guerra, como una matanza de gente, o la destrucción de la campaña, del país o del ejército” y en la segunda, como “ruina, daño, asolamiento”, quizá sea demasiado. Pero no cabe duda de que, hacer daño, hace.
Y no sé si los vecinos quejicosos han valorado hasta qué punto nos afectará este cambio, que no es sólo administrativo, sino que puede conllevar costes económicos, como puede ser el del cambio en el Registro de la Propiedad, coste estimado en unos 50 euros por vivienda.
Han de saber los vecinos afectados, que todos los cambios de domicilio, tanto en los documentos identificativos (DNI, carné de conducir, tarjeta de la seguridad social, pasaporte, etc), como en las propias administraciones públicas (AEAT, Seguridad Social, SEPE, organismos dependientes de la Junta de Castilla y León, REGTSA, etc.) son obligatorios y responsabilidad del propio ciudadano. La administración ya se ha cuidado muy mucho de eximirse de responsabilidad en estos casos.
Tampoco lo tenemos fácil en el ámbito privado, pues deberemos cambiar nuestros datos en contratos de arrendamiento, contratos de luz, de gas, de teléfono, de internet y demás suministros. Contratos de trabajo con emplead@s de hogar, datos de las comunidades de propietarios y en fin, toda una miríada de empresas privadas de comercio electrónico, a las que en su día dimos nuestros domicilios para recibir un determinado servicio o producto “declarando” (aunque en su día no fuéramos plenamente conscientes), que los datos suministrados eran ciertos y comprometiéndonos a comunicarles cualquier cambio.
También me gustaría hacer notar que el “error histórico” -que es como califican el señor Iglesias y la señora “B punto, B punto” o “BB”, a secas, concejala de cultura para más señas, al bautismo inicial de la calle- , fue responsabilidad del señor Javier Iglesias, con cuyo equipo gobernaba en 1997, si bien en minoría. No se puede atribuir, por tanto, a una imposición de “las fuerzas de izquierda”: fue una decisión tomada democráticamente, aunque seguramente hubiera alguna contrapartida, porque ya sabemos como se las gastan ustedes. Pero insisto, lo feo, lo antidemocrático, lo inicuo, es aprovechar la mayoría absoluta para imponer una voluntad totalmente desafectada de la de los vecinos de la calle, a los que no se ha dado, ni oficial ni extraoficialmente, audiencia. Legítimo, pero rastrero.
Por otro lado, creo que la decisión es oportunista, por anunciarse a dos semanas de la fiesta, teniendo en cuenta el nombre alternativo propuesto: calle Carnaval del Toro. Y sobre todo, precipitado, porque se ha dado a conocer en prensa tal día como el de ayer, con el pleno en el que se debatirá la propuesta del cambio, al caer. ¿Qué había costado, después de treinta años, esperar un par de meses, para que los vecinos pudiéramos valorar los pros y los contras debidamente y consensuar con nosotros la posibilidad del cambio?
Y aunque la razón me dice que no debo entrar a cuestionar dicho nombre alternativo, pues no es ese el problema (y seguramente, lo más sensato sería que opinásemos todos, vecinos de la calle o no), el sentimiento, como vecino de la calle que soy y por ende, de todo el pueblo, me empuja a dejar mi opinión sobre ello, pues según lo que he leído, el nuevo nombre sería “perfecto”. Ahí va.
Para empezar, la promoción de un bien cultural inmaterial, como es el Carnaval del Toro, no necesita una calle. Trasciende por sí solo, como debe ser con las buenas tradiciones, que se conservan por eso, por ser buenas, por ser humanas, por ser compartidas, por estar imbuidas de un espíritu que nos acerca y nos une. No, definitivamente, no es necesario. ¿Se imaginan ustedes la “calle de la Semana Santa” o la “calle de la Navidad”?
Por otra parte, la calle dista mucho de ser “perfecta”. Yo he comentado con varios vecinos en muchas ocasiones, los problemas que la organización del Carnaval produce en la calle. Es una calle sin salida y cuando, durante los encierros, las puertas de la entrada de la calle están cerradas, los vecinos estamos totalmente aislados, cruzando los dedos para que ninguno tengamos alguna urgencia que requiera la presencia de una ambulancia o de un camión de bomberos, porque no pueden entrar en la calle. Ahora que lo pienso, quizás una alternativa podría ser “calle del Encierro”. La supuesta perfección estaría más justificada.
Y por último, nadie desconoce que ya existe una famosa calle en Ciudad Rodrigo, en pleno centro de la ciudad, con el nombre de “calle del Toro”. Ya se podría haber aprovechado este ímpetu denominador para ponerle a esa calle ese nombre tan “perfecto”. Pero a lo mejor es que no teníamos suficientes cuernos. Pues yo, señores del gobierno, esta vez se los pienso poner.
SOBRAN MÁS DE LA CUENTA, por José A. Blanco
22 enero 2024
NO TODO ESTÁ PERDIDO, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
NO TODO ESTÁ PERDIDO, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
Este pasado fin de semana ha habido una manifestación para solicitar mejoras en el servicio ferroviario de Salamanca. Cosa que en principio a nadie debe parecerle mal y por tanto el que se haya secundado la iniciativa tampoco.
Ahora bien, si resulta que la petición está hecha a Puente que lleva en el cargo responsable menos tiempo que el que he tardado en contarles esto, pues como que ya es menos normal. Y si Puente ya había anunciado una rápida solución pues resulta menos entendible. Que después de todo esto se mantuviera la llamada y la gente acuda masivamente pues ya entonces estamos ante un misterio, quizá creado desde la masiva llamada de los medios al evento, a pesar de lo contado, lo cual nos lleva a pensar que estamos ante una masa poco reflexiva, pero si además se da la circunstancia que a ella acude hasta nada menos que el rector de la Universidad, entonces alucinamos más, pues si comprendemos los motivos con los que se puede conquistar a la masa, pues que ya lo hagan con todo un rector universitario parece increíble.
Y para que todo tenga como un grado más de perplejidad la manifestación es convocada por los que llevan 40 años en Castilla y León gobernando y gran parte de estos años también en el gobierno central, es decir, el PP, todos sin que se solucionara ni se viera el problema de comunicación ferroviaria de Salamanca, desde estos gobiernos, ni se señalara desde los medios como problema estrella a batir.
Y en estas estaba, tan perplejo como pensativo en si se atreven a tal maniobra es que ya nos consideran una ciudadanía desnortada, vencida y secuestrada. Cuando ya ven en el momento en el que en la manifestación aparece Mañueco se oyen pitos, y sí, iban dirigidos a él.
Yo cuando me entero siento una alivio y pienso: “aún no están todos secuestrados y aún no está todo perdido”.
21 enero 2024
MEMORABLES SIGNOS (SOBRE ANTONI TÀPIES), por José Luis Puerto
MEMORABLES SIGNOS (SOBRE ANTONI TÀPIES), por José Luis Puerto
El pasado diciembre de 2023, se cumplían cien años del nacimiento del artista catalán Antoni Tàpies (1923-2012). Decir a estas alturas que estamos ante uno de los grandes creadores plásticos contemporáneos es caer en lo obvio. Es así, sin duda. Pero es más.
Antoni Tàpies, a través de su pintura matérica, de esos trazos que proceden de las pulsiones psíquicas más hondas del ser, de ese tachismo, de esos signos tan enigmáticos (la cruz, la equis, la A, la T…), de esa incorporación de las telas bastas, de las arpilleras, de las mantas desgastadas por el uso, de los cordeles y maromas, de los catres y somieres derrotados, de los armarios abiertos, de las hileras de platos, de los muros leprosos… y de mil procedimientos más que aparecen en sus cuadros, o en sus esculturas, está creando un nuevo tipo de belleza.
¿De dónde procede tal belleza? ¿De qué índole participa? Lo humilde, lo mil veces usado, manoseado, conocido, tocado, palpado, desgastado… accede a otro espacio, el del cuadro, el de la escultura, porque el artista lo dignifica y nos lo devuelve de otro modo, lo ilumina, para que comprendamos, para que advirtamos cómo lo cotidiano, lo de todos, lo aparentemente degradado… nos salva.
Es un arte, por ello, al tiempo que estético, de una clara índole moral. Pues parte de la observación de la realidad y la transforma, dignificándola e iluminándola, al tiempo que, por ello, nos ilumina a todos.
Pero es que Antoni Tàpies es, además –lo mismo que su amigo, el poeta José Ángel Valente–, un artista de futuro. Su propuesta creativa sigue viva y sus significaciones crecerán e implicarán a quienes nos sucedan.
No podemos ahora detenernos en esa otra faceta del artista catalán como teórico del arte y, más aún, como contemplador del arte, en libros tan hermosos como ‘La realidad como arte. Por un arte moderno y progresista’ (1989), o ‘El arte y sus lugares’ (1999), una suerte de museo imaginario del artista; así como su indagación autobiográfica en ‘Memoria personal. Fragmento para una autobiografía’ (1977). Como tampoco aludir a esa aventura tan hermosa, junto con otros artistas catalanes, de la edición de la bellísima revista –una obra de arte en sí misma y en cada uno de sus números– de ‘Dau al set’ (1948-1951).
Y, sí nos es necesario aquí, traer esos nombres que, porque han desarrollado una hermenéutica polifónica en torno al artista, nos han ayudado a comprender a Tàpies, a captar su belleza y su moralidad, a entender que por él pasa un arte nuevo que nos dignifica.
Juan-Eduardo Cirlot, el querido José-Miguel Ullán, José Ángel Valente, la propia María Zambrano… Sobre los que podríamos decir tantas cosas.
Pero escuchemos las propias palabras del artista, las propias palabras de Antoni Tàpies: “En los últimos años, en efecto, advertimos que el arte necesita acogerse de nuevo a la sombra de lugares en cierta manera “santificados”, en una acepción que no es exclusiva de las instituciones religiosas y que puede estar también muy ligada a la tierra, … al ‘sanctum’ interior o, como se ha dicho, “el lugar intocable, que es tan importante para la continuación de la especie humana”.”
El arte como belleza, el arte como moralidad, el arte como santificación, el arte como ecología…
¡Antoni Tàpies!
18 enero 2024
CARNAVAL TE ESPERO, MARCANDO EL PULSO, por Mara Guadalix
CARNAVAL TE ESPERO, MARCANDO EL PULSO, por Mara Guadalix
Carnaval te espero, marcando el pulso.