07 julio 2024

MORALIDADES, por José Luis Puerto

MORALIDADES, por José Luis Puerto - Ateneo Virtual Mirobrigense – Ciudad Rodrigo

José Luis Puerto
MORALIDADES, por José Luis Puerto

    Nunca anda muy lejos de nuestra mesa de trabajo, de lectura, escritura y de estudio, algún tratado de Séneca, ese cordobés universal, que, en sus escritos latinos, nos dictara hermosas líneas sobre un modo de vivir equilibrado, sobrio, sereno, en armonía con los demás y con la creación, dentro de esos parámetros estoicos, de cuya corriente es uno de los máximos representantes.

    Este verano, releo una edición popular de sus ‘Tratados morales’, traducidos directamente del latín nada menos que por el humanista riojano Pedro Fernández Navarrete (Logroño,1564 – Madrid, 1632), que fuera al tiempo canónigo, así como poeta; lo cual es una garantía de estar leyendo a Séneca en un equilibrado castellano, marcado por el clasicismo de nuestro renacimiento ya avanzado.

    En la lectura ‘De la vida bienaventurada’, escrito dedicado ‘A Galión’, nos encontramos con unas significativas líneas sobre cómo las orientaciones de las mayorías, cuando proclaman y muestran querencia por la barbarie –como ocurre, ay, en nuestro presente que algunos quisieran marcado por motosierras de todo tipo–, no son garantía de nada y hay que apartarse de ellas.

    “Cuando se trata de la vida bienaventurada –indica Séneca–, no es justo me respondas lo que de ordinario se dice cuando se vota algún negocio: “Esto siente la mayor parte”, pues por esa razón es lo peor: porque no están las cosas de los hombres en tan buen estado que agrade a los más lo que es mejor; antes es indicio de ser malo el aprobarlo la turba.”

    Claro, cuando los más parecen estar queriendo conducirnos al precipicio de negar las conquistas de Europa (humanismo, apoyo mutuo, tolerancia, justicia social…), no quiere decir –como postula Séneca– que lo que agrade a los más sea lo mejor.

    El senequismo –en la medida en que la caracterizábamos sucintamente en el arranque de este artículo– ha sido una vía humanizadora desde la antigüedad, que sigue teniendo vigencia hoy. Cuando el granadino Ángel Ganivet escribía su imprescindible visión de España titulada ‘Idearium español’ (1897), se acogía a Séneca y al senequismo como uno de los constituyentes de nuestro modo de ser. Ojalá fuéramos consecuentes con tal aserto.

    El francés Maurice Legendre (que llegaría a ser un gran hispanista, tan vinculado con Las Hurdes, la Peña de Francia y La Alberca, y director de la madrileña Casa de Velázquez del estado francés) se enamoró de España leyendo el ‘Idearium’ ganivetiano, que lo llevó a emprender un viaje a Salamanca, para conocer a Miguel de Unamuno, de quien terminaría siendo un gran amigo.

Y hablaba Legendre de una escuela de pensamiento de Salamanca, en su época, que estaría representada, claro está, por el propio Unamuno, pero también, por ejemplo, por Juan Domínguez Berrueta (Salamanca, 1866-1959), seguidor de Bergson y amigo de Unamuno, de Legendre, de Jacques Chevalier o del poeta catalán Joan Maragall, y a quien también interesaría la figura de Séneca.

Y, en fin, para concluir esta andadura, veamos cómo caracteriza el propio Séneca la vida bienaventurada, esto, es la vida equilibrada, serena y sobria:

“Será, pues, –nos indica– bienaventurada la vida en lo natural que se conformare con su naturaleza; lo cual no se podrá conseguir si primero no está el ánimo sano y con perpetua posesión de salud. Conviene que sea vehemente, fuerte, gallardo, sufridor, y que sepa ajustarse a los tiempos, siendo circunspecto en sí y en todo lo que le tocare, pero sin demasía.”

Nada sin demasía; siempre el ajustarse a la naturaleza, el saber sufrir, la circunspección, la sobriedad, el equilibrio…

Moralidades. Lecciones que, desde sus ‘Tratados morales’, en estos inicios del verano, en este tiempo de turbación, nos regala nada menos que Séneca, que nos invita siempre a una ‘vita beata’, esto es, a una vida equilibrada y sobria.