DOÑA ROGELIA, por José A. Blanco
Para la marioneta lo más es una pantalla y que le metan mano por debajo de las sayas. Calentita balbucea y larga lo que no o sí está escrito porque a la muñeca le van las carantoñas y la fuga desparramada del poco talento de su gracia. Lo peor será cuando la muy títere se quede sin manija y, desubicada y sin desparpajo, tire de improvisación.