31 agosto 2022

EL BARRIO, por José A. Blanco


EL BARRIO
, por José A. Blanco

El relente de la madrugada dibuja un silencio roto por la barricada de una jauría y cabecea entre la pesadilla del estraperlo y el sueño del viejo arrabal. Verso libre. Paso de puntillas, desapercibido. Los perros inquietos ladran a tapar la calle, la noche bosteza, el sol… todavía no hay sol. El sonámbulo portalillo sin portal se quedó mudo y ciego hace tiempo. Sobre todo ciego. Tenues rayos insisten entre la arboleda de la alameda hasta que la luz aparece reflejada en el espejo. El barrio, todavía oscuro, duerme hasta las tantas porque las campanas perdieron la fe y ya no suenan como antes.

UN ACIERTO, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

UN ACIERTO, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

Aquí estoy, una vez más ante el desierto del papel en blanco, con una parte casi resuelta y no la más fácil muchas veces, que es con qué llenarlo, y como en estas fechas resulta obligatorio, pues de la Feria del Teatro. O puede pasar la semana sin que se haga, aunque ahora ya todo haya sido hecho, dicho o fotografiado, y entonces ya tenemos la facilidad del qué convertida en la dificultad por el cómo.

Sólo se me ocurre una manera, buscarle los tres pies al gato, incluso aunque este no los tuviera, es decir, de lo que sin haber leído todo lo escrito, seguro que alabanzas, contemos pues lo que no es en ella digno de estas. Claro está, que siempre desde la mirada que sin duda es subjetiva, y por tanto, también prestada a no ser la de la razón.

En medio de mi trajín agosteño, añadido a que mi semana en este mes acaba los jueves en Ciudad Rodrigo, porque en estos parto para Sequeros donde me esperan mis nietos y su abuela, sólo pude estar en dos obras, más otra que nada más vi de lejos. Tuvieron algo en común, no se entendían. En la primera, la de la inauguración, Numancia, vaya por delante que todos comprendíamos de qué iba la cosa, la resistencia de esa ciudad a Roma, pero el expresarse de los personajes no fue posible captarlo, pues entre que el actor principal tenía en su voz una especie de acento extranjero y que la música perturbaba la audición de las palabras, nos quedamos la mayor parte de la obra adivinando lo que nos transmitían con sus expresiones corporales.

s tarde, llamado por la figura de Saramago hago doblete y bajo al pabellón, estos días conocido como Espacio Afecir, y mientras paso del Teatro a éste durante un rato veo qué sucede en Bolonia, se proyectan unas bellas imágenes envueltas en silencio. Metido ya en Quién se llama José Saramago descubro que sólo uno habla español el resto lo hace en portugués, y por tanto, más que comprender sólo atisbo. Se trata de contar la vida de Saramago, con momentos estelares de este enlazados a su vez a momentos relevantes de su país. Después poco más, pues era imposible descifrar el pensamiento del Nobel portugués, sólo adivinar de qué podría ir.

Que el día, por un avatar u otro, fue de silencio en palabras, me quedó claro. Eso sí, las puestas en escena, los movimientos, la escenografía, las formas de danzar, en ambas obras fueron de diez, cosas que por sí solas merecían y justificaban el estar en la sala, donde faltaba la palabra. Ahora bien, el teatro sin la palabra, es como la tierra con un cielo sin estrellas, un lugar perdido, al que le faltan todos los puntos de referencia.

Sea por lo que fuera coló y sucedió, y al día inaugural de la Feria de Teatro le faltó la expresión máxima del teatro, la palabra. La pregunta es: si aunque todo fuera un conjunto de avatares casuales, parece como si quisieran apuntar o señalar como si estuviéramos ante un síntoma del mundo actual, donde el envoltorio es lo importante, y el contenido, como en este caso, la palabra, algo secundario.

Llegados a este punto el sorprendente resultado es que los desaciertos, sin buscarlo, se han vuelto todo un accidental acierto.

28 agosto 2022

LOS EMBELLECIMIENTOS, por José Luis Puerto

LOS EMBELLECIMIENTOS, por José Luis Puerto

Este mismo verano –como también nos ocurre en otros anteriores–, realizamos diversas observaciones sobre una tendencia, naíf nos atrevemos a calificarla, que aparece en las poblaciones de nuestro interior –como es nuestro lugar de origen– que son destino turístico de quienes eligen la sierra o la montaña, por ejemplo, para disfrutar de sus días vacacionales.

Hay una tendencia, naíf, al embellecimiento de las poblaciones que reciben turistas, que raya, en ocasiones, en lo patético, cuando no en lo ridículo. Carretillos repintados, sobre los que se colocan macetas de flores; pequeñas latas decoradas, con arena dentro, colocadas aquí y allá, para que los turistas arrojen las colillas de sus cigarros; balcones y ventanas plagados de flores exuberantes, de geranios tratados, que se reproducen hasta el infinito, en cascada floral que nunca ha existido en nuestros pueblos.

Que se sientan a gusto los turistas, parecen estar diciendo quienes tienen negocios de hostelería, restauración o tiendas de distintos tipos. Que crean que esto es el país de Peter Pan, o de nunca jamás.

Porque esta tendencia al embellecimiento, que, en el fondo, desnaturaliza lo que en el fondo han sido siempre estas poblaciones serranas, tiene una clara finalidad comercial, de que los visitantes compren los productos que se les ofrecen. Y esta finalidad comercial, de propaganda, no ofrece una imagen de nuestros pueblos como siempre han sido y como siguen siendo cuando se van las riadas de turistas.

Porque, claro, frente a este territorio de Peter Pan, frente a estas ciudades de esmeraldas, a base de carretillos, lecheras y latas de conserva repintados, para “decorar”, la realidad carece ya de esos brochazos finos y naíf de florecitas, colorines y perspectivas falsas.

La realidad es mucho más dura: trabajos escasos, inestables y mal retribuidos; alquileres de las viviendas por las nubes… y otras lindezas con las que se encuentra nuestra ciudadanía en este tiempo que nos está tocando vivir. Y menos mal que el gobierno, mal que bien, ha ido arbitrando en todo este tiempo, desde la pandemia, distintas medidas de protección social, que, pese a que no gusten a todos, están ahí y protegen a los sectores más frágiles de nuestra sociedad.

Pero seguimos con los embellecimientos. Es esa tendencia a los sepulcros blanqueados que ya aparece en los libros semíticos antiguos. Lo que el castizo refrán viene a corroborar de otro modo: aunque la mona se vista de seda…

La tendencia a los embellecimientos, tan en boga hoy en nuestro mundo, es una tendencia que falsea la realidad, que falsea el mundo, que falsea el tiempo que nos está tocando vivir, tan incierto y, en el fondo, tan dificultoso.

26 agosto 2022

(FRACASOS DE ARITMÉTICA Y GRAMÁTICA), por Santiago Corchete Gonzalo


 

 

 

 

 

(FRACASOS DE ARITMÉTICA Y GRAMÁTICA), por Santiago Corchete Gonzalo

           para Mara Guadalix
           con gratitud poética

     Quizá n menos x hayan sido
felices o feliz alguna vez;
no me atrevo a escribir un no rotundo
porque hay gentes que creen lo que les dicen
sin mediar la razón. Así sucede
que en tal cálculo falla la aritmética.

     Y con la libertad pasa otro tanto;
¿alguien conoce a un quídam que haya sido
completamente libre y hasta el fin?
Felicidad y libertad, acaso
por eso son agudas. ¿No habrá quién
logre transfigurarlas en esdrújulas?


Santiago Corchete Gonzalo
26 agosto 2022

ESE LUGAR DONDE HABITO..., por Clara Blázquez Sánchez

 

 

 

 

 

 

 

ESE LUGAR DONDE HABITO..., por Clara Blázquez Sánchez 


Es el lugar dónde respiro
el ruido del vuelo de los pájaros

que nace cada siempre, conmigo.

Dónde habito, en la intensidad del color
de los pétalos que recoge un aleteo de mariposa,
cuando vuela al atardecer sobre mares silvestres.

Dónde habita mi piel,
ese lugar
en el roce del sonido del mar
con el nácar de las caracolas,
dónde el horizonte incide con susurros al oído.

Dónde se esconde un verde río transparente
entre el abrazo de los álamos tupidos
y el canto de la brisa de un verano que sonríe.

Ese lugar, dónde vivo
en lo grácil del envés de una hoja
que gira para acariciar el sol.

Ese lugar, dónde besos,
dónde alas, dónde soles.
Dónde encuentro la mirada de mis ojos,
para perderme, dónde habita mi corazón.


Clara Blázquez Sánchez.

24/08/22.

24 agosto 2022

UNO SE ACOSTUMBRA, por Mara Guadalix


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
UNO SE ACOSTUMBRA, por Mara Guadalix

Se acostumbra a ver una sombra a su lado, 
Se acostumbra a una voz que a duras penas dice nada,
Se acostumbra a unos pasos cansinos, arrastrados
Se acostumbra a una sonrisa hueca y lejana
Se acostumbra a unos ojos sin brillo, como noche cerrada
Se acostumbra a dar explicaciones de sus actos a quien anda por ahí vegetando,
y sobrevivimos juntos a la miseria que queda de aquel amor que hubo.
Uno se acostumbra a no ser, 
a no dar ese paseo por el río o la plaza, 
a no tomar sus vinos con los amigos, 
ésos  que quedan, 
 y piensas en los que de a poco han ido cayendo, 
 piensas también en no hacer ese viaje soñado  
 Uno se acostumbra a no vivir,
 porque así de jodidamente cobardes somos,
 y adaptarse no es tan bueno,
 sobrevivir no es vivir.
 

23 agosto 2022

LO QUE NOS SALVA, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez


LO QUE NOS SALVA
, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

La tarde no cae, está suspendida sin quererse ir, mientras todo movimiento como ella carece de brusquedad, la luz se suaviza poco a poco, y el color del impresionante cuadro que tengo ante mí, con ella, se hace más rosa y más bello. A mis pies está toda la depresión del Alagón con Béjar al fondo y un sin fin de pueblos salpicándolo. El silencio, sólo lo rompen las suaves brisas del aire fresco que pasea en la Cabezuela de Sequeros. El lugar donde se trillaba y el mirador más amplio de la Sierra. En él ahora todo es silencio, los verdes de la foresta salpicados por las casas blancas de los pueblos que están enmarcados por el telón de fondo azul amarronado que se lo da la Sierra de Béjar son belleza sobre belleza, la que al atardecer es envuelta en una sábana rosa que le presta el sol, mientras camina hacia el oeste, sin ninguna prisa por parte de su luz en abandonar el paraíso serrano.

Nada invita en el lugar y la hora, a nada más que a la quietud y a la admiración. La placidez y la serenidad alcanzan aquí su expresión máxima, envolviéndote en ella, y haciendo querer estar solo con ellas. Sólo existe en este momento el momento que ésta pone ante mí, el cual facilita la mente en blanco, teniendo una sola puerta abierta para la contemplación, tan inactiva como gozosa.

Se alarga la tarde, al compás que varían las luces, el tiempo que no se detiene se hace pequeño, a pesar con la lentitud con que se despide el día, todo ello a causa de la belleza que ilumina y la paz que transmite al entorno y a mi persona.

Qué pena, que tenga sólo la propiedad de eso, de ser sólo un lugar, y no valga ni sea así en todos y cada uno de los rincones de la tierra, en la que seguro en este mismo momento tantas cosas inaceptables y feas estarán pasando. Y ya, con esta mala pasada de la mente, al ir de la contemplación a lo analítico, se va mucha parte de la suave dulzura del escenario y de la tarde.

Y es que hay días, lugares y horas en las que es mejor no estar en el mundo, sino sólo en el lugar, la hora y el tiempo te curan de este. El problema es que los problemas cada vez los asfixian más, a los paisajes y a quienes los contemplan, pero mientras existan no los dejen escapar, pues va siendo lo único que nos salva del salvaje mundo que habitamos.

TRILOGÍA PROMETEICA, por Santiago Corchete Gonzalo


 

 

 

 

 

TRILOGÍA PROMETEICA

                    - I -

Todos los fuegos son el mismo fuego
pese a quemar distintos combustibles.
Hay incendios precoces que en su inicio
son lentos, mas después de enfurecidos
arden equivocados en su ígnea
candescencia, y olvidan
el camino a seguir para extinguirse.

El fuego es esa lámina infinita
capaz de recorrer a pie
los caminos del mundo y de la historia,
para empequeñecerlos con sus llamas
y al mismo tiempo hacerlos memorables.


                    - II –

Tal vez sin merecerlo, poseemos
el estigma del fuego en nuestros genes;
la llama que arde a trechos la inocencia
de la espontaneidad de nuestros actos.

Vivimos dentro de los mitos
y su fuerza nos hace poderosos
cuando late al compás del corazón.
Por eso es que habitamos en la infancia.

…Y nos transfiguramos en adultos
cuando el fuego da tregua a la existencia
de algún vivir tranquilo que asegura
que la luz vencerá a la oscuridad.


                    - III -

Atados a la pira originaria
de la infelicidad, y congelados
por los hielos arcaicos del silencio,
no somos más que fuego sin arder
en espera de alguna circunstancia
que se acerque a la tea del desánimo.

Las chispas del deseo antropológico
carecen de caminos y de metas,
pero son la energía primordial
de la ansiedad por el estado opuesto.
Y entonces devenimos circunstancia
del fuego que nos arde.


Santiago Corchete Gonzalo
17 agosto 2022

22 agosto 2022

RELEYENDO A DON MIGUEL – I, por Román Durán Hernández

RELEYENDO A DON MIGUEL – I, por Román Durán Hernández

Retornar a Unamuno es remontar una corriente clara, torrente a veces, pero con cada una de sus gotas atravesada. de luz. Aunque hacía tiempo que no lo leía, mantenía dentro de mí su tremendo y vivo resplandor, el centelleo de su hoguera española. Me era posible citarlo de memoria, sacar a plaza sus frases y sus agudezas, percibir incluso una parte de mis pensamientos y actitudes a él le han sido debidas.

No acabo de entender el semiolvido en el que ahora se le tiene, precisamente cuando muchas de sus ansiedades, intuiciones y zozobras se agitan, en carne viva, sobre el dolorido cuerpo de España. Es muy difícil referirse a sus ideas y paradojas, sin tener en cuenta su brillante y paradigmática naturaleza ibérica. Este bilbaino, vascongado enterizo de arriba abajo, sería durante medio siglo un testimonio y una bandera de las angustias y las presunciones del más elevado y conmovido espíritu español.

Don Miguel no se concedió jamás tregua alguna. No era hombre nacido para la quietud y la transigencia. Vivía en un desgarramiento perpetuo, persiguiendo a Dios dentro de sí en busca de una respuesta a su sediento anhelo de inmortalidad. La aspiraci6n a la inmortalidad se ceñía, en él, a formas muy concretas, a una perennidad en carne y hueso, a la pervivencia -en un futuro más allá de las edades- del Miguel trémulo y cavilante, bilbaino y español, autor de libros y padre de familia, para quien la existencia era una predeterminación de la eternidad hacia adelante, una peleada voluntad de cerrar el paso al absurdo de la muerte en su significaci6n más negativa.

Le exasperaba el horror de pensar en la consumación de su existencia. Y de ahí su tremenda batalla de cada instante para tropezar con una razón convincente, que le sacara. de la agonía de sus enardecimientos y de sus desesperaciones. Su descubrimiento de la obra de Kierkegaad fue, por ello, algo semejante al hallazgo de una carta de ruta. Imaginó haber encontrado un alma, una sensibilidad gemela, un precursor en su pelea por el agujero de luz en la oscuridad.

El "Sentimiento trágico de la vida" fue concebido como una Biblia, o mejor, como una "Summa” de la angustia, de su angustia, de la angustia personal del hombre Miguel, enfrentándose solo, en denodada soledad, con el orbe obsesivo de las dramáticas exigencias de arrancar una respuesta de hombre a las patéticas interrogantes de la ansiedad humana.

En eso tienen razón los existencialistas, en reclamarlo como su precursor en compía de Kierkeeaard. Al subjetivismo dramático, al egocéntrico enriscamiento del hombre Miguel de Unamuno, soñador de su carnal eternidad, no le encuentro una mejor calificación que la de "miguelista", con su apetito de recrear en una especie de inmortalidad cotidiana -tratándose de Unamuno valen todas las paradojas- construida a base de los particularismos de su individualidad.

La lectura de sus ensayos y artículos recogidos en el libro titulado "De mi vida", nos ayuda a dilucidar las convergentes rutas del “miguelismo”. Las impresiones de su niñez y juventud apuntalan la idea de un Unamuno consecuente consigo mismo, que es lo que a él le importaba, y tesonero, en contra de las imputaciones de cambiante y caprichoso, que le propinaron quienes fueron incapaces de entender el hondo y duro drama que significó mantenerse fiel a sus constantes acosos y angustias.

Conservarse leal a las primeras acometidas e inquietudes del espíritu, a las iniciales inquisiciones de identidad, fue una de las unamunescas razones de marcha. Que le asaltaran, en el camino, la poesía o la filosofía, era para él cuestiones de sencillo encarecimiento. Con ambas se enfrentaba, partiendo del hond6n de su ªmiguelismomo". No supo ni quiso poetiza de otra forma. Hasta cuando se sumerge en la poesía religiosa o se acerca a la civil, siempre es Miguel, el forcejeador don Miguel quien avanza.

Esta. fe en la realidad subjetiva, le empuj6 a ideas muy específicas, a combates muy esclarecedores con sus criaturas, en cuanto a la creación literaria se refiere. Siempre imaginó el proceso creador como una encrespada agonía, como una vital y fecundadora beligerancia.

Pero eso será cuestión de otro comentario.

(II)

21 agosto 2022

PERMANENCIA DE LORCA, por José Luis Puerto

PERMANENCIA DE LORCA, por José Luis Puerto

Cada 19 de agosto, la figura de Federico García Lorca, uno de los poetas más altos y de voz más hermosa de España, surge y resurge siempre. Porque es uno de nuestros escritores más universales, más hondos, más misteriosos, así como más reveladores, que supo conjugar el mundo de la raíz con el mundo de la contemporaneidad, que supo lanzar, desde lo alto de uno de los rascacielos neoyorquinos su desgarrador grito hacia Roma, en nombre de todos los oprimidos del mundo:

“Porque queremos que se cumpla la voluntad de la tierra, que da sus frutos para todos.”

Esa voluntad de fraternidad, de entendimiento, de diálogo, de expresión de todo lo que es el ser humano, está en toda la obra de Federico García Lorca; en su poesía, en su teatro, en sus textos de todo tipo, en su propia figura.

Sería cobardemente asesinado en los inicios de nuestra guerra incivil, un 19 de agosto de 1936, entre las localidades granadinas de Víznar y Alfacar, no muy lejos de esa misterioso surtidor de agua Ainadamar (Fuente de las Lágrimas), que llevaba vertiendo sus lágrimas por él desde los tiempos antiguos.

Federico García Lorca es uno de los emblemas más decisivos de la España de los derrotados, una perspectiva sin la cual –pese a quien pese– no se puede entender nuestro país.

La España de Antonio Machado, de Juan Ramón Jiménez, de María Zambrano, de buena parte de los poetas del 27, encabezados por Federico García Lorca, de Miguel Hernández…, la España de intelectuales, científicos, docentes, sanitarios, campesinos, obreros…, la España de quienes soñaron un país moderno y tolerante, pacífico y a la altura de la historia de Europa…

A esa España pertenece Federico García Lorca. Toda su obra es de tal calidad, que es, posiblemente, nuestro escritor contemporáneo más universalmente conocido en todo el mundo.

Poeta en Nueva York’ es una de las más importantes expresiones literarias de esa crisis de civilización del mundo contemporáneo, y que se plasmara trágicamente en la crisis de 1929, crisis que Federico García Lorca vivió desde el centro neoyorquino y que supo plasmar verbal y líricamente de un modo sobrecogedor, lanzando un grito en favor de la fraternidad y de la dignidad del ser humano.

Su teatro, que plasma conflictos humanos universales y arquetípicos a un tiempo, devuelve al territorio del rito la acción dramática, de ahí que sea una cima en nuestra dramaturgia contemporánea.

Y, en los años de la Segunda República, quiso crear La Barraca para llevar nuestro teatro clásico a nuestros pueblos, para que lo conocieran nuestras gentes campesinas.

Mucho más podríamos decir de Federico García Lorca. Por fortuna para todos, su obra está al alcance de todos, es ya clásica y, al tiempo, sigue siendo muy contemporánea.

Es, siempre, una obra marcada por la belleza y, al tiempo, reveladora de todo lo más hermoso que anhela el ser humano: la fraternidad, la dignidad, el amor, la alegría…, como patrimonio de todos y para todos. 

Ese es el grito de la voluntad de la tierra que atraviesa la médula de su palabra. Y que convierte su figura en un valor permanente no solo para las gentes de nuestro país, sino para las de todo el planeta que habitamos.

20 agosto 2022

DESOLACIÓN, por José A. Blanco

DESOLACIÓN, por José A. Blanco
 
Y desde el umbral del recuerdo, apoyada frente al ventanal, la vieja tristeza se consume lentamente aferrada al bastón de roble añejo. Una lágrima abatida recorre la mejilla hasta  la comisura de sus labios. Sabor amargo. El azote del mar negro, casi muerto,  arrasa el horizonte. Y después de tanto miedo, cuando apenas quede nada, te consumirás conmigo porque la vida se apaga. Quién sabe si para arder en el Infierno…

II. UNA TARDE EN EL BUEN TIEMPO, por Clara Blázquez Sánchez



 

 

 

 

 

 

II. UNA TARDE EN EL BUEN TIEMPO, por Clara Blázquez Sánchez

Ya no había forma
de subir más el sillín,
las piernas seguían creciendo
y mi “BH”, compañera inseparable
de juegos, tristemente
se iba quedando pequeña...

Cumplía doce.
Apareció entre el humo
al soplar las velas,
la bicicleta roja soñada.
Guardada con cariño
en el desván de mis recuerdos,
hoy me hace sonreír...

Tenía un diámetro mayor
en las ruedas todoterreno
y un pequeño guardabarros
que no evitaba
poner perdido el portal de casa,
haciendo que me ganara
alguna que otra reprimenda
de vez en cuando.

Letras redondas y un pequeño respaldo,
esperaban las aventuras de cada día,
en el sillín alargado de cuero negro
en el que cabían las ganas de disfrutar
y alguna amiga que no tenía bici,
y por supuesto, también venía,
era un lujo,
llevar a alguien sin ponerse de pie,
nadie se quedaba atrás.

Un pedaleo incansable,
aunque pesaba lo suyo,
preciosos amortiguadores,
casi de adorno,
y el manillar tipo “chopper”
con un espejo para reflejar el cielo
te elevaban sobre risas,
en un tiempo que soplaba amable
alargando las tardes con los amigos.

Ansias de libertad, a pedales;
un bocadillo en papel de estraza
y tres duros en la mochila de nylon
recorrían felices la calle principal,
hasta las afueras del pueblo;
la cooperativa,
sol, agua, viñas preñadas
y el olor a tortilla que se escapaba
con los ánimos del que iba el primero
tirando con ganas de los demás
nos llevaban hasta Pinilla.

Era todo lo que nos separaba de casa,
y todo lo que nos hacía volar y reír,
hasta que la luz de la tarde se coloreaba cálida con hora de volver,
el kiosco de la ermita cerraba
y aquella pandilla mágica,
que se creía mayor
por pasar al año siguiente al instituto,
pedaleaba rápido para llegar a cenar.

Recuerdos entrañables
que volvían en la mochila
al atardecer
subidos a la bicicleta,
pedalean hoy hasta mí...


“Orbea Furia roja” años 80


19 agosto 2022

MATERNIDAD, por Mara Guadalix


 

 

 

 

 

 

 

MATERNIDAD, por Mara Guadalix

Yo también tengo mis días bajos,
ésos en que los malos recuerdos,
se aprietan en un ramo.

Y soy en esos días como el mar
en su resaca y en su lamento de sirenas.
 
Yo también tengo mis días melancólicos, cubiertos de una pátina de tristeza bonita, como una hermosa Joya,
la herida jubilosa de ser madre.
 
Y tengo también los otros días, 
en que priman las risas y la dicha,  
días de ríos infinitos del alba hasta el ocaso.
 
Y en todas esas horas y minutos,
recuerdo mi cuerpo florecido, 
mi fecundo vientre ya abultado, 
abrirse mis entrañas y recibir la vida. 
 
Madre mujer, mar y destino,  capricho dulce que aligera el camino.

18 agosto 2022

LOS PARLAMENTARIOS, por Román Durán Hernández

LOS PARLAMENTARIOS, por Román Durán Hernández

El otro día estaba tan aburrido que puse la televisión y había un debate de no sé qué, creo que sobre los presupuestos. Durante mucho rato estuve extrañadísimo al observar que la televisión no enfocaba la panorámica general, sino solamente el orador de turno, hasta que una vez, no sé si por equivocación, nos presentaron el sillamen del Parlamento casi vacío. No sabíamos el por qué, pero al día siguiente la prensa señalaba que en el Congreso había trece diputados, frente a veintidós ujieres. Así las cosas, pienso yo, las riendas de la política deberían tomarla los ujieres.

Tenemos unos parlamentarios pantalonazos, unos señores que van poco por el hemiciclo, o sólo van por poner un fax a una tía suya de Lugo, que es su cumpleaños. Tenemos unos parlamentarios que no es que parlamente, es que ni siquiera van por el Congreso, que como ya digo, el susodicho día eran trece. Y es que la política, una especie de monopolio de los políticos consigo mismo, aburre a las culebras. La última reserva espiritual que nos queda son los ujieres de San Jerónimo, que esos sí asiste a todas las sesiones, están siempre de servicio y se saben de memoria la Constitución y el Código a fuerza de oírlo.

Entonces ¿por qué no retirarse todos de la cosa pública, y confiar el destino de la nación a los ujieres? Ellos sí que harían unos buenos parlamentarios, con las cosas que saben de aquella Casa. Ellos se mueren de ganas de hablar, que lleven toda una vida escuchando y nadie les pregunta nada ni en el Congreso ni en los pasillos.

Del mismo modo que el que más sabe de toros es el monosabio y el que riega la plaza, porque viene viendo corridas desde Manolete, el que más sabe de política es el ujier de la coleta, que viene oyendo mentiras desde siempre. Está claro que ni la izquierda ni la derecha va a arreglar el paro, el dinero negro o la corrupción. Está claro asimismo que tenemos una clase política mediocre, sislera y que no sabe el reglamento. Los únicos hombre de la política nacional que cumplen con su horario, acuden puntuales con el vaso de agua y no se pierden sesión, son los ujieres. Me parece el momento de entregarles a ellos el gobierno de la república coronada. Ellos sí son pueblo y cumplen más puntuales que los grandes y pequeños diputados. Algunos ujieres tienen empaque de Ministro del Interior y llevan encima un siglo de retórica parlamentaria. Que les den un escaño.

El país está muy mal y hasta algunos bancos van a la quiebra, los partidos son trincones y los oradores no saben la gramática. Antaño, cuando España entraba en crisis se llamaba a Pavía, a los generales levantisco y románticos, a Prim, se promovía el abrazo de Alcolea.

Yo creo que ahora, en vez de llamar a los militares, que luego se quedan, es mejor llamar a los ujieres, que no son tan bruscos, sino los profesionales “otros” de la política, y entre los que hay algunos ilustrados con coleta y otros que ya le servían el vaso de agua a Don Esteban Bilbao, cuando España era diferente. España está tan jodida como para echársela a los ujieres.

17 agosto 2022

LA EXPLOSIÓN, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

LA EXPLOSIÓN, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

No hay sitio ni para las personas en las terrazas, ni para los coches en las calles. La aldea rebosa de todo y en todo. El puesto de chuches y juguetes de los niños, la iglesia de fieles, el teatro en el pregón de Moisés hasta la bandera. Por cierto, enhorabuena, que gran pregón diste, sin papeles, sólo tú y tu corazón ante los sequereños. La función de los niños rebosó en ternura y en ansias de más años en los abuelos de estos para seguir viéndolos crecer. La Plaza del Altozano al completo esperando la procesión, mientras los jóvenes están desaparecidos después de la noche que se les hizo de día.

Y así, aquí, como supongo en todos los demás pueblos, llenos estos días de vida y alegría, desocupados de los quehaceres diarios, de los negros nubarrones que amenazan con todo menos agua, danzando por y entre la vida con la ilusa alegría cuya única misión es provocar esta explosión curativa de todo y de nada.

15 agosto 2022

(DIÁLOGO DE SORDOS), por Santiago Corchete Gozalo



 

 


 

(DIÁLOGO DE SORDOS), por Santiago Corchete Gozalo

    • sordo I –

     Te dejé solitario en el jardín
subido en aquel árbol,
para que descubrieras su esplendor
de colores, sonidos y fragancias.

     A lo largo, en lo alto y a lo ancho
tuviste la ocasión de merecerlo,
pues nada está más cerca que lo lejos…
Y fue tuyo aunque tú lo maltrataras.

     Alguna vez cantabas bajo el árbol;
ahora que ya estamos frente a frente
cuéntame: ¿de qué hablaban tus canciones
después de haberlas padecido tanto?

    • sordo II –

     Llévame donde siempre hace pretérito,
porque estoy saturado de presentes
y el futuro me abruma e intimida:
no quiero ni atisbar sus horizontes.

     Llévame donde el sol es tan humano
que puede acariciarse sin que duela;
llévame de estas prisas al rocío
de un nuevo amanecer fraterno y lento.

     Llévame a donde habita la nostalgia,
mi madona de los atardeceres;
llévame donde escondes los pretéritos
y pueda ser ayer eternamente.


                                      Santiago Corchete Gonzalo
                                      23 julio 2022

14 agosto 2022

¿Y ME AMARÁS?, por Mara Guadalix

 

 

 

 

 

 

 

¿Y ME AMARÁS?, por Mara Guadalix

¿Y me amarás? Te amaré, aún cuando calle, cuando no me veas, cuando esté distante, 

Cuando brille el sol o la luna cante. 
Cuando caiga la lluvia y florezca el naranjo.
Cuando nazcan los trigos y ya rubios se peinen.
Cuando escriba tu nombre y pinte tu mirada.
Cuando las penas y los días como el ciprés se alarguen.
Cuando la alegría sea un revuelo de pájaros. 
Cuando me busques y me encuentres esperando.
Cuando, por casualidad, pases por nuestro arco.

DESCENSO HASTA EL PRODIGIO, por José Luis Puerto

DESCENSO HASTA EL PRODIGIO, por José Luis Puerto

Uno de estos pasados días, nos adentrábamos por tierras zamoranas, en busca de distintos tipos de tradiciones orales, para trabajos que estamos realizando, uno de ellos vinculado con la CELe (Cátedra de Estudios Leoneses, de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de León).

En nuestras andanzas e indagaciones rurales, buscamos esas huellas de la cultura campesina, tanto materiales como inmateriales, con vistas a entenderla mejor y a dar noticia de un patrimonio que parecería que el viento de la historia y la incuria humana están terminando con él y lo están arrasando del todo.

Y, en esa búsqueda, la principal fuente de información es el ser humano, son los propios campesinos, que han vivido un tipo de cultura muy valiosa y hermosa, y que guardan memoria de ella y, hoy, también, una cierta melancolía, marcada por tantas pérdidas (despoblación, desatención, envejecimiento y muerte).

De ahí que sean, hoy más que nunca, los ancianos ese último eslabón de la memoria de esa cultura campesina, realizada por las gentes anónimas, a lo largo de generaciones y de siglos, que tiene hitos de una gran importancia en todo tipo de campos: la religiosidad y las creencias, los modos de edificar y de habitar, como también los de vestir y alimentarse, los modos de celebrar y de trabajar…, y, en definitiva, todo lo que constituye la vida de una comunidad humana.

En nuestras andanzas zamoranas, en la variada área de la carretera de Benavente a Puebla de Sanabria; en ambas márgenes, en un sentido amplio, del transcurso del río Tera, recorriendo parte del valle de Vidriales, de parte de la Carballeda y de la propia Sanabria, así como de áreas de la Sierra de la Culebra –tan devastada por los incendios, debido a lo cual llegamos a ver varias pancartas vecinales reivindicativas y también de queja y de dignidad–, recorriendo tales áreas, nos fuimos encontrando, en tal descenso, con lo prodigioso que es el patrimonio de nuestro mundo rural.

Iglesias, ermitas, dólmenes, bellísimas muestras de arquitectura popular, perspectivas paisajísticas variadas y sorprendentes…, todo un mundo que merecería la pena pormenorizar y guardar en la memoria colectiva de todos, creado por el ser humano, creado por nuestras gentes campesinas a lo largo del tiempo, desde la prehistoria casi hasta hoy mismo, y que está ahí, esperando nuestra atención, nuestra valoración, nuestro cuidado, para que las huellas de nuestra cultura campesina, enraizada y forjada –tal y como hoy la conocemos– ya desde tiempos medievales, pero con raíces en el mundo prehistórico (los dólmenes, por ejemplo) y clásico antiguo (las arqueologías romanas), no se pierdan ni caigan en el olvido, debido a nuestra apatía y nuestra incuria.

Uno de estos pasados días, descendíamos hasta el prodigio de nuestra cultura campesina, transitando por unas áreas de la provincia de Zamora, en busca de tradiciones orales.

Lejos de las masificaciones turísticas y vacacionales, lejos del ruido de aviones y motores de todo tipo, pero mucho más cerca de lo que es el alma del ser humano, ahí, a nuestro alcance, están esas valiosísimas manifestaciones de nuestras culturas campesinas, de las que parece que estuviéramos a años luz, debido a nuestra apatía y a nuestra incuria.

11 agosto 2022

I. UNA TARDE EN EL BUEN TIEMPO, por Clara Blázquez Sánchez


 

 

 

 

 

 

 

I. UNA TARDE EN EL BUEN TIEMPO, por Clara Blázquez Sánchez


Con la pequeña herramienta

de la carterilla de plástico,

que colgaba bajo el sillín,

giramos tuercas

y aflojamos tornillos

para devolver a los ruedines

la seguridad

que me habían prestado

por algún tiempo de la niñez.


Quité la pata de cabra

con decisión.

las sandalias titubeaban

al subirse a los pedales;

risa nerviosa escapaba

por el hueco de algún diente

y una voz atolondrada, decía:

¡no me sueltes!


Caminabas a mi lado

sosteniendo la bicicleta.

Aceleraste un poco los pasos,

el traqueteo del manillar,

una pequeña carrera

y me soltaste…

Dejando que me llevara

tu impulso de confianza.


Mis manos

apretaban con fuerza

los manguitos de color crudo.

Los pedales agarraron mis pies,

iban solos en un sueño,

mientras mis ojos

fugaban a un punto de la plaza,

tratando de llevar el manillar recto

y mantener el equilibrio en el aire.


¡Mira hacia adelante,

lo estás consiguiendo!


Mi BH granate y blanca

apenas rozaba el empedrado

con sus dos ruedas,

tenía alas cromadas,

¡volaba!

y yo iba en ella sobre el mundo

con mariposas en el estómago

y brisa sobre la cara.


Al final de la calle

había relajado los dientes,

me atreví a soltar un pulgar

para escuchar el timbre metálico.

Apreté suave hacia mí los frenos,

y levanté algo de polvo

con las punteras.


Un salto feliz del sillín de cuero

para tocar el suelo

y sujetar mi bici, que orgullosa,

me dejó girar mi sonrisa

hacia atrás,

para encontrar tus ojos

entre aplausos emocionados

al principio de la calle.


Clara Blázquez Sánchez.

09/08/22