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15 febrero 2025

LOS RECADEROS DE GLOVO, Santi M. Hernández

LOS RECADEROS DE GLOVO, Santi M. Hernández - Ateneo Virtual Mirobrigense – Ciudad Rodrigo

Santi M. Hernández
LOS RECADEROS DE GLOVO, Santi M. Hernández

    Suelen congregarse en la Plaza del Corrillo; para ser exactos en la fría y húmeda escalinata de San Martín. Los hay, pocos, que buscan el espacio más abierto, más soleado de la Plaza del poeta Iglesias. Ignoro si hay algún otro punto de la ciudad que hayan elegido como base de operaciones pero no parece probable. La proximidad del Mcdonal´s, el Burger King, Vips y demás franquicias dedicadas a la comida rápida debió ser, en un principio, lo que los indujo a elegir el punto de reunión. Ahí están, van y vienen, desde que la aplicación de la empresa se pone en marcha a las nueve de la mañana -es lo que me han dicho- hasta la medianoche. Entre las mochilas amarillas de Glovo hay alguna de Uber-Eats pero están en franca minoría. Como habrá podido observarse, la mayoría utiliza el patinete eléctrico como medio de locomoción; alguno hay que ha pasado a la motocicleta y todavía hay quien sigue dando pedales, lo que quizás indique que el nivel de solvencia a que ha llegado no le permita disponer del patinete; quien sabe…

    Puede afirmarse que más del 99 % de ellos son de origen iberoamericano. Parece que la camaradería es la actitud que reina entre esta flota de Glovo. Sentados en la escalinata o en alguna de las mesas de la terraza de Mcdonald´s departen en calma, comentan la jornada y permanecen atentos a la pantalla del móvil. No parece que la competencia por los encargos a la que están expuestos los empuje a tener una actitud más huraña. Quizás se deba a que desde principios de año Glovo, a escala nacional, los reconoció a todos como trabajadores, en nómina, de la empresa. Pero antes, cuando su estatus era el de autónomos y la competencia podía adquirir tintes menos amables, tampoco parecía que esa circunstancia los sacara de su habitual actitud indolente; ya llegará el mensaje y si el pedido no me interesa…

    Por lo que comentan, su panoplia de encargos, de puntos de recogida, se ha diversificado bastante. No sólo recogen y entregan junk food sino también pedidos de supermercado, compras on-line en tiendas de la ciudad para gente perezosa, recetas de farmacia para gente indispuesta, melancólica o con algún deseo urgente: uno de ellos me comentó que en una ocasión tuvo que acercarse a la farmacia de la Plaza del Liceo a recoger una caja de profilácticos al filo de la medianoche... Siempre hubo recaderos a la manera antigua y los sigue habiendo; sin ir más lejos no es infrecuente ver cruzar la Plaza Mayor al recadero de las carnicerías Mulas encima de la bicicleta llevando un pedido en el portabultos de atrás.

    Sin embargo estos recaderos de Glovo, merced a una aplicación en el móvil, con su mochila amarilla a la espalda son algo más. En principio son, a escala ciudadana, lo que las empresas de reparto urgente son a escala nacional: eslabones necesarios en los nuevos hábitos de compra de miles de personas. Pero habría que añadir ¿están convirtiéndose hoy, como apéndices últimos que son de este nuevo mercado y la tecnología que lo facilita, en pregoneros silenciosos del nuevo horizonte cotidiano? Un móvil, una aplicación, un pedido, un repartidor, el sofá, el móvil, Netflix...

    Si así fuera tampoco habría que hundirse en la desazón; sería un paso más en la carrera fulgurante, transformadora, que los diversos medios, la tecnología, llevan practicando desde que, por poner una fecha, M. Mcluhan estudió el tema en su rompedor libro “Entendiendo los Medios” en el año 1964.

    El capítulo dedicado al teléfono tenía este subtítulo: ¿”Latón sonoro o símbolo tintineante”? Y decía cosas como estas: El teléfono demanda una completa participación por parte de quien lo usa; además mucha gente siente la imperiosa necesidad de garabatear mientras telefonea; este hecho se relaciona con la característica de este medio, a saber que es un medio que demanda una plena implicación de nuestros sentidos y facultades; a diferencia de la radio, el tocadiscos, no puede utilizarse como sonido de fondo mientras se hace otra tarea; en 1920 una canción muy popular era “Completamente sólo junto al teléfono, completamente sólo sintiéndome triste”; ¿por qué el teléfono puede crear esa intensa sensación de soledad?; muy sencillo porque el teléfono es un medio participativo que pide un acompañante, alguien a la otra punta de la línea con toda la intensidad de la polaridad eléctrica…

    La diferencia entre los teléfonos de los años sesenta y los móviles de hoy es abismal; aparte de lo mencionado arriba las posibilidades que porta no tienen parangón; las reacciones, las sensaciones que suscita o puede suscitar eran inimaginables para un visionario como Mcluhan; por eso hoy su famosa sentencia de que “el medio es el mensaje” que entonces parecía un tanto oscura cobra hoy todo su significado; “el medio es el mensaje y el masaje”, como acostumbraba a decir. Hoy todos, o casi todos estamos ¿a nuestro pesar? requetebién masajeados…

RAÍCES, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

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