EL JUEVES DEL TURRÓN, por Clara Blázquez Sánchez
__Vamos, hay prisa. Ya es jueves. Tenéis que llevar la mesa...
Decía tu abuela, mientras dejaba los buñuelos recientes y los tazones de café caliente sobre el mantel de la sala para desayunar juntos. Era un día grande.
El “jueves del turrón”
Había mercado, trasiego de mucha gente y venta de productos autóctonos de todos los pueblos de los alrededores. Caballos y carros cargados. Era el jueves anterior a Nochebuena, “el jueves del turrón”, se celebraba la llegada de la Navidad y se hacían los preparativos y las compras en este día.
Las dos plazas estaban exultantes. Saliendo por la calle Bodegones, impecables como siempre, con falda larga negra y el peinado casi pintado con moño, se colocaban en los soportales las turroneras de La Alberca, tan esperadas como llenas de bloques de turrón artesano que habían elaborado con mimo; almendras (de los Arribes del Duero), miel (de la Sierra de Francia) y claras de huevo, ingredientes naturales para las recetas familiares tradicionales que venían de padres a hijos de bastantes años atrás. Sobre unas mesas tocineras, que les prestaban las vecinas, (entre ellas mi abuela), colocaban unos bloques de turrón, “blanco” y “negro”, los cortaban y los cobraban sin peso, con el criterio de su buen ojo, dependiendo del trozo que pudiera llevar cada uno a su casa. Al lado, en “el acerón”, los dulceros de Peñaranda, Burgueño, Gil y Leandrilla sacaban a la plaza sus turrones y dulces para esta fecha, manjares apetecibles dispuestos al lado de una balanza, sobre platillos de latón, pesas diferentes intentaban el equilibrio con los pedazos de turrón, que se cortaban con hachas muy pequeñas exclusivamente para esto; grandes bloques del blando, del duro, de coco y de yema tostada, el de guirlache lo preparaban en pastillas de menos grosor y la capuchina de estos días. Artistas del dulce, elaborando, tallando y mezclando ingredientes naturales con sus manos, para engalanar a la hora del postre todos los manteles de las casas.
__los muchachos corríamos, nos poníamos delante de las mesas a contemplar aquel festival de color y olor; por una perra gorda o una perra chica nos daban un buen trozo de turrón, si algún niño no llevaba moneda, también le regalaban un pedazo de aquel sabor a “gloria”, que nos comíamos juntos sentados en el templete de música, haciendo que la sinfonía de sabor elevara sus notas muy alto. Ninguno nos quedábamos sin sonreír ese día...
Aire dulce, con caricias de olor a finales de diciembre en ese “jueves del turrón”, olor a comienzo de Navidad, a cena de Pascua entrelazada que todos esperaban ansiosos y que estaba a punto de llegar.
__Cuando terminaba la jornada, recogían para marcharse, “María” turronera albercana, nos devolvía la mesa tocinera, como cada año, con su gran sonrisa y el regalo de todos los pedazos que habían quedado, tu abuela llenaba una cazuela muy grande, en la que se iban macerando los trozos, se mezclaban todos los ingredientes con armonía de sabor y olor, juntos formaban un manjar de turrón que nos comíamos después a cucharadas todos los hermanos... una explosión de sabor, que duraba hasta el año siguiente, casi indescriptible.
__Sería el año 33, en Peñaranda de Bracamonte, “el Jueves del turrón “, lo recuerdo como si fuera hoy... C.S.T.
Escuchando los números de la Lotería de fondo...
Deseo una Feliz Navidad a todos los que escriben artículos en el blog haciendo que este sea posible y a todos los lectores y seguidores que hacen que se mantenga vivo y con ilusión. Gracias por ello.
Felices Fiestas para todos.
Clara Blázquez Sánchez
22/12/22.