SIEMPRE TENDREMOS UN LÁPIZ PARA ESCRIBIR EL FUTURO, por Mara Guadalix
Y
como las cerezas, tenemos esa plenitud dulce en la juventud, luego,
educados en un sistema, nos agarramos a un trabajo, formamos una
familia, hacemos un patrimonio, y cómo esto nos exige tiempo, abandonamos a los amigos de juventud que juegan un papel parejo, y un
día te miras al espejo y no te reconoces, en ese instante empiezas a
replantear lo que te resta, ese punto de inflexión supone un antes y un
después, como un nuevo nacimiento, tampoco es fácil volver a empezar pero no libre, y si eres responsable, te pasas otro puñado de años
enredado, pudiera ser que la vida no quisiera soltarte, algo así como
una lágrima, como un grito sostenido, como esa maleta por hacer para
ir hasta ese destino mil veces soñado... y comprendes que hay que soltar
amarras e ir aprendiendo a navegar, en ocasiones con un rumbo
establecido, otras a la deriva.
A veces no
entendemos la dimensión de un problema, hasta que sus consecuencias rebasan sus límites. Esperemos una solución óptima o al menos sin
deterioros apreciables. Tenemos una vida y debemos cuidarla, hasta
mimarla, con menos cosas también podemos vivir, ligeros de equipaje,
como los hijos de la mar.