SUAVE SUAVIDAD, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
Parece que fue hace un rato cuando nos fuimos, y hace ya una semana, pero lo que sí sé es que no he escrito allí, pues he estado acunado por una suave blandura de aires y aguas que me han paralizado el ritmo vital diario.
El mar, que estaba unos días gris plata, otros azul cielo, sólo era incomodado por los aviones constantes que iban y venían del norte con blanquecinos hombres al encuentro del sol y a las playas de suave arena, con suaves aguas, acariciadas por suave brisa, que tenían bañistas de suaves andares y palabras, lo que por sí y en sí te aleja del brusco habitar diario, del acontecer político, del ruido televisivo, y del sentir el duro sol de la tierra interior.
Después, noches con brisa de algodón que te envuelven en dulce suavidad, mientras por el paseo nocturno desfilan perros de concurso, cuerpos de mujeres que atraen las miradas a ellas como el faro a los barcos pesqueros los que con sus luces bailando en la noche parecen no faenar sino jugar en el mar. Pasan alegres chinos, blancos, muy blancas y portugueses achaparraditos. El desfile no para ante mí entretenida mirada, que mira tan limpia como la brisa que la acuna.
Y así unos cuantos días, rodeado siempre del aire acariciante, al que sólo perturba la alegría de mis nietos corriendo al encuentro del calmo mar, mientras la abuela los mira ansiosa de vida para verlos más tiempo, mientras yo contemplo a mi hijo que vigila la falta de miedo al mar de sus crianzas.
Y así subíamos tan bien, hasta que una avería del coche nos detuvo en plena carretera y nos puso a luchar con el sol de Extremadura en la cuneta con los nietos asustados, y el frío hablar del seguro de turno que fue bueno hasta que hubo que usarlo, metiéndonos así de lleno en los avatares de la vida diaria.
Después la acertada decisión de mi nuera y el estar tranquilo de mi hijo todo se resuelve y se calma.
Y aquí estamos ya todos, olvidados del percance, y soñando de nuevo con volver a la suavidad de las aguas y aires del Algarve y de la vida en vacaciones, procurando pasar página del quebranto de la suave suavidad.