LA EDAD QUE SE AVECINA, por José Luis Puerto
Antonio Machado es y será siempre un referente, cultural, moral, literario y poético de ese sueño colectivo, que mantuvieron y sostuvieron tantos, de una España mejor, de esa España del nosotros, de todos y para todos.
Y ese sueño sigue vigente y sigue vivo. En este 2024, se cumplen cien años de la publicación de ‘Nuevas canciones’, ese poemario de Antonio Machado que continúa la estela de ‘Campos de Castilla’ en dos motivos al menos: nos sigue proporcionando el poeta una visión de España y, recurriendo a una poesía sentenciosa y breve, en apartados como “apuntes”, “galerías”, “canciones”, “proverbios y cantares”…, nos va proporcionando enunciados que, partiendo de una raíz popular, trascienden a planos metafísicos y morales.
El libro se publicaría en la madrileña Editorial Mundo Latino, en 1924. Su creación corresponde al salto que da el poeta desde el “rincón moruno” de Baeza a las tierras altas de Segovia, ciudad en la que vivirá una aventura existencial y creativa de gran importancia en su itinerario.
En Segovia, se va a encontrar y va a mantener relaciones y tertulias con el ceramista Daniel Zuloaga; con Blas José Zambrano, profesor de la normal de maestros y padre de María Zambrano; con el escultor Emiliano Barral (al que en este libro le dedica un hermoso poema); así como con inspectores y docentes en la estela de la Institución Libre de Enseñanza. Fruto de lo cual será, entre otras iniciativas, la creación de la Universidad Popular segoviana, de tanta trascendencia en la vida de la ciudad.
Machado aborda, en ‘Nuevas canciones’, ese sesgo paisajístico y visionario de España que ya estaba presente en ‘Campos de Castilla’. Dedica poemas tanto a las tierras bajas de Andalucía (qué hermoso el de la lechuza que bebió el aceite de la lámpara de Santa María en Baeza…), como a las altas de Castilla (“Canciones del alto Duero”, por ejemplo).
Tampoco faltan los dedicados a sus amigos Pío Baroja, Azorín o Ramón Pérez de Ayala, así como a otras relaciones que mantiene en ese momento con distintas personalidades de la vida cultural española.
La poesía sentenciosa y breve cobra en este libro decisiva importancia. No es casual que cite, en este sentido, al poeta judío castellano Don Sem Tob de Carrión. Y la cobra, porque a través de ella expresa su pensar, un pensar que irá desarrollando en no pocos escritos desde ese momento hasta su muerte.
Antonio Machado se encuentra en ese momento de su existir en un paso que va del ‘yo’ al ‘nosotros’. Y ese itinerario pasa por el ‘tú’. De ahí que el poeta exprese: “No es el yo fundamental / eso que busca el poeta, / sino el tú esencial”.
Quedarse en el ‘yo’ es inane, de ahí que nos avise: “Poned atención: / un corazón solitario / no es un corazón.”
Hay una búsqueda decisiva el ‘nosotros’, una búsqueda decisiva, desde ese momento en Antonio Machado, de la perspectiva de la fraternidad. El poeta ha de tejer su creación, en su propio telar anímico, con los hilos que le proporciona el mundo (“Con el hilo que nos dan / tejemos, cuando tejemos.”).
Y esa perspectiva de la fraternidad, esa vida de todos y para todos, esa España de todos y para todos, lleva siempre a la perspectiva de la comunidad (de la comunión) y de la solidaridad.
Tal perspectiva aparecía ya en el “Prólogo” de 1919 a la segunda edición de ‘Soledades’, cuando Antonio Machado afirmaba: “Pero amo mucho más la edad que se avecina y a los poetas que han de surgir, cuando una tarea común apasione las almas.”
Ojalá esa edad que se nos avecina fuera la de la fraternidad y la comunidad. Y que todos estuviéramos apasionados por esa “tarea común” machadiana, en este año del centenario de ‘Nuevas canciones’.