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06 mayo 2025

SIN ÉTICA NI ESTÉTICA (XIII): LA ADMINISTRACIÓN AMERICANA, ¿HA DESCUBIERTO EL SECRETO DE ANCHUELO E IDENTIFICADO AL ENEMIGO?, por Ángel Iglesias Ovejero

SIN ÉTICA NI ESTÉTICA (XIII): LA ADMINISTRACIÓN AMERICANA, ¿HA DESCUBIERTO EL SECRETO DE ANCHUELO E IDENTIFICADO AL ENEMIGO?, por Ángel Iglesias Ovejero - Ateneo Virtual Mirobrigense – Ciudad Rodrigo

Ángel Iglesias Ovejero
SIN ÉTICA NI ESTÉTICA (XIII): LA ADMINISTRACIÓN AMERICANA, ¿HA DESCUBIERTO EL SECRETO DE ANCHUELO E IDENTIFICADO AL ENEMIGO?, por Ángel Iglesias Ovejero

Al cabo de unos meses de entrar en funciones, la Administración del Pato Trompeta sigue sorprendiendo con sus inesperadas propuestas y peregrinos métodos represivos al resto del mundo y a no pocos ciudadanos de los EE. UU., que no saben a qué carta quedarse. El citado personaje da claras señales de que, aparte de amasar millones a espuertas y amenazar o bendecir (tampoco se sabe qué es preferible) a sus adversarios o a sus aliados, está rodeado de gente no muy sobrada de luces y conocimientos. Su estrategia consiste en no admitir en ningún caso su error ni pedir disculpas a nadie, principio básico del integrismo universal, sobradamente conocido en España, donde “la Derecha” lo tiene por bandera desde tiempo inmemorial. Hay una expresión castiza que, figuradamente, retrata ese comportamiento: Sostenella y no enmedalla. Con ligera variante (defendella y…) se atestigua en Las mocedades del Cid, del dramaturgo Guillén de Castro (c. 1618), así que debe de ser anterior, y se refiere al orgullo y terquedad de quien se cree mejor que nadie (más noble, más fuerte, más guapo e incluso más inteligente), pretendiendo tener razón a toda costa. Llegado el caso de que esto resulte imposible, los trumpistas o pompistas acomodan el discurso (o relato, dicen ahora) de tal manera que la opinión del adversario abunda en lo que ellos han dicho o han querido decir.

Aquellos y otros mandamases encargados de misiones delicadas en la diplomacia reciben la consigna de usar y tirar los teléfonos móviles, para no dejar rastros de su impericia. Pero hace unas semanas (c. 24/03/2025), los activistas hutíes (musulmanes chiitas) del Yemen podrían haberse enterado de los planes elaborados por Altos Mandos de la Seguridad de dicho país para bombardearlos. Hubiera bastado con que se hubiera ido de la lengua el redactor jefe del periódico The Atlantic, a quien por inadvertencia habían invitado a asistir al intercambio de mensajes entre aquellos sutiles estrategas. No le falta nada para ser una perfecta ilustración del secreto a voces, una invención española, registrada en numerosos pueblos y compartida con la planetaria “aldea global” (¡Qué bonita metáfora de la monótona realidad comercial!). En la mitología popular hispánica cargan con el mochuelo de tontos el o los protagonistas del especificado y localizado Secreto de Anchuelo. Según las diversas variantes del mito, pudo ser un individuo así llamado, o una pareja, o incluso un colectivo. En todo caso está relacionado con Anchuelo, municipio de la Comunidad de Madrid, que está en la jurisdicción de la insigne y trompista presidenta de la misma, aunque no hay constancia de que ella se haya reclamado de este linaje. El secreto de Anchuelo se registra en los refraneros del s. xvi sin glosa, y después con ella. Al comienzo del siglo siguiente, Covarrubias (1611) localiza allí un secreto a voces, consistente en “ciertas cosas” compartidas entre un zagal y una zagala, subidos en sendos cerros ubicados a uno y otro lado del lugar (Iglesias, Diccionario, 2024: 75). La discreción es comparable con la de las actuales redes sociales.

En la época gloriosa de La Codorniz (1951-1978), Miguel Gila Cuesta (1919-2001), madrileño de la entonces periferia urbana, o sea, el gran Gila a secas, también sorprendió a propios y extraños con sus telefonazos al Enemigo, invisible, en su monólogo dialogístico más conocido: ¿Es el enemigo? Que se ponga… Ustedes podrían parar la guerra un momento… A diferencia del esperpéntico personaje americano, el humorista sabía por experiencia lo que significaba la guerra, a la que en 1936, siendo sindicalista (Juventudes Socialistas Unificadas) se incorporó como voluntario para defender la República de España en el frente de Madrid (en el Quinto Regimiento de Milicias Populares). Así conoció la prisión, el fusilamiento (sufrido y no consumado), los campos de concentración y otros daños colaterales, entre ellos un tardío y fructuoso exilio hispanoamericano (1968), por razones personales y políticas. Dicho monólogo resume bien el absurdo de la guerra en sí, de la cual sacan provecho algunos (ricos y poderosos) conocidos, en detrimento de la inmensa mayoría anónima. El gran Búfalo americano prometió parar la guerra (tanto la de Ucrania, como la de Gaza), porque “moría mucha gente”, y el resultado a la vista está. Defiende a los agresores y ayuda a los agredidos lo justo, para que aquellos prosigan su labor de conquista y de exterminio. Él mismo, probablemente, es el primero en saber que lo que dice son fanfarronadas y mentiras, pero ni esto es seguro del todo, porque también cabe la posibilidad de que olvide un día lo que afirmaba la víspera, así que su credibilidad corre pareja con la de las coplas de la Zarabanda, en la modalidad rebollana del cancionero español: Son genti comu las copras de la Zarabanda, lo que idin a la nochi no apaeci a la mañana (1971, Robleda, Sal., IO 2024: 666).

Posteriormente, alguien le soplaría al Pato Trompeta la conveniencia de apartar del cargo de asesor de seguridad a un casi homónimo del ratón Mickey. El citado gran Pato, haciendo su para él innata generosidad y sagacidad, le ha ofrecido ungüento de México o bala de plata, nombrándole embajador de los EE UUU ante las Naciones Unidas (“¡Ahí queda eso, dijo subiéndose los pantalones Valdivielso!”).

UN ACIERTO, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez

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