Conocidas las últimas disposiciones europeas sobre la extracción de minerales en las llamadas "tierras raras", claves en estos momentos para Europa, lo primero que detectamos es la agilización de trámites para hacer más fácil su apertura, lo cual tiene su peligro, dado los riesgos que se corren en cuanto a impacto ambiental y el uso y protección de los recursos hídricos. A su vez, también, me llamó y mucho la atención, que toda esta aceleración sea justificada por lo necesario que son esos minerales (litio, cobalto, níquel, silicio, wolframio, grafito y cobre) en estos momentos, digámoslo claro, prebélicos para Europa. Y que siendo este el motivo principal sea puesta su explotación en manos de empresas mineras de capital no europeo, si no canadienses, australianas y estadounidenses, con lo cual éstas serán las dueñas de los minerales obtenidos. Empresas que juegan en bolsa, y por tanto son de capital especulativo, al que le coincidirá o no sus intereses económicos con los políticos de Europa. Por lo tanto, lo que me parece que se está haciendo con estas prisas estratégicas, es hacer un posible desatino,y que vistas así las cosas, hasta el último ciudadano de a pie se da cuenta. Eso sí, todos menos los legisladores europeos. Lo malo por tanto es que no está claro entonces por qué tienen prisa... ¿Será que los únicos que no ven este riesgo para Europa son los políticos que lo han legislado? ¿O será que el abono natural de los políticos es el estiércol y actúan ya como si fuéramos ya un estado "trumpiano"? Y por eso, nos dicen que lo hacen para en Europa no caer en manos de tales regímenes dictatoriales, y es por ello que actúan con esas prisas. Lo malo es que detrás de esta premura, lo que está en juego es la supervivencia de nuestra tierra, del Rebollar y la alta Extremadura. Y a esto se le planta cara o no quedará en ella nada del espacio natural, y la posibilidad de desarrollar en sus pueblos la vida de la forma que venían haciéndolo hasta hoy.
Esperemos que los juzgados sí tengan la calma necesaria para que se dilucide, una vez sabidos los daños, si se pueden o no, dar los permisos nunca mejor dicho, de explotación de nuestras tierras , hasta hoy declaradas espacios protegidos naturales y ahora "raras".
