SIN ÉTICA NI ESTÉTICA (XXIII): LA CUADRATURA DEL PANDERO, por Ángel Iglesias Ovejero
Hace ya casi dos semanas que se apagaron los ecos de la Fiesta del Pandero Cuadrao de Peñaparda (27 de julio), cuya vigencia tuvimos ocasión de comprobar de vista y de oído. Este año se cumplía el XXV aniversario de la creación de la Asociación que lleva su nombre y actualmente preside Toñi Collado, a quien conocimos cuando ella tenía una decena aproximada de años (1972-1975). Entre los promotores y colaboradores locales de dicha agrupación (los hermanos Alicia y Javier Ramos, su madre, María Antonia Pascual, los hermanos Camila y Hermenegildo Vizarro, Milagros Toribio), el tamborilero Txebe (José Benito Mateos Pascual) y su madre, Antonia, etc.) había alguna otra cara conocida de los años setenta, como Isabel Ramos, pandera titular actualmente (y ex presidenta). Para la mesa redonda de la víspera (25 de julio) que debía decorar el acontecimiento fueron invitados Judith Cohen, Iñaki Peña y J. R. Cid, que no necesitaban presentación. La coronación de la fiesta correspondía a la intervención del famoso cantautor (y también amigo) Gabriel Calvo. Todos ellos eran adictos del pandero y las esencias castizas de Peñaparda.
Como recordaron dichos oradores, el pandero cuadrado es un instrumento musical de percusión, membranófono, que tradicionalmente se toca en determinados sitios de la franja norte de España (de Galicia a Cataluña) y en Portugal. Consta de un bastidor cuadrado de madera, con cuerdas de tripa a modo de bordonera, cubierto con piel bien estirada, en cuyo interior a veces se colocan piedrecillas o garbanzos y otras semillas. Se toca con las manos, dedos o puños, y, concretamente en Peñaparda, con una porra y con la mano. Antaño solían hacerlo principalmente las mujeres, sin arredrarse por la fácil alusión fálica, que otros convecinos de pueblos aledaños pudieran percibir, en la manifestación de la consabida misoginia, en este caso aplicada a las pandinas en el saquiju (o el regantíu, con podas en los güertus). Los tuétanus de Robrea (pastores y gañanes) se recreaban la vista con la bobalicona contemplación de aquellas mujeres, que en las faenas de recolección manifestaban su regocijo, con cantares y bailes al son del pandero.
Mientras los eruditos citados desgranaban los vericuetos históricos de la Asociación, este servidor (y cronista) no pudo evitar que se le fuera el santo al cielo, pensando en la cuadratura del círculo, una expresión alusiva a ‘la imposibilidad de algo’, en castellano (DLE), cuya motivación se halla en uno de los problemas “resueltos” en la Antigüedad por Arquímedes de Siracusa (287-212 a. C.), según cuentan (Iglesias, Diccionario, 2024: 254). La “demostración” ha dado algunos dolores de cabeza a los escolares que han tratado de resolverlo con regla y compás. Personalmente, nunca ha sido muy perseverante en esta clase de manipulaciones, dado que, para empezar, tampoco ha tenido habilidad natural para el dibujo o la caligrafía (hacer una O con un canuto costaba lo suyo, si la tinta se corría o arrastraba alguna pata de mosca en el tintero del pupitre). Por otro lado, entiende que hay algo de abuso verbal en cuadrar el círculo, cuando se trata, en geometría, de ‘de determinar el cuadrado equivalente en superficie a una figura dada’ (DLE). Físicamente, la hazaña más meritoria (y parecida) reside en el saber del gesto tradicional, que ahora se encarna en Juana Catalán Andrés, constructora de variantes de panderos locales en Peñaparda.
En los años setenta algunos cantautores (Ángel Carril, J.M. Fraile Gil y otros) descubrieron la peculiaridad de la percusión peñapardina (¡Admiren la aliteración, pardiez!). Otros homólogos fueron llegando, como las moscas a la miel, y con tal entusiasmo que, no faltaría mucho, para considerarse “inventores” (coautores), más que “imitadores”, de la modalidad de percusión local, y tuvieron algunos “desencuentros” con los informantes. El espejismo de descubrir algo ignorado por parte de alguien (como el Mediterráneo, la pólvora o “la cuarta parte del Mundo”, después llamada América), se confunde, en este caso, con la divulgación mediática. En los años ochenta o noventa, no todos los lugareños verían con entusiasmo esta afluencia selecta, algo mosqueados por la llegada de estos inesperados “descubridores”. En este contexto se creó dicha Asociación, pero el instrumento, el toque y el baile existían de antes en Peñaparda (y quizá en otros pueblos cercanos), desde no sabe cuándo, y estaban a punto de perderse en los años setenta, a consecuencia del éxodo rural y la emigración al extranjero. En el papel que en su conservación han tenido los medios de comunicación masiva, con permiso de los eruditos, se deben recordar los efectos que tuvo la participación de un grupo de peñapardinas y peñapardinos, capitaneados por D. Andrés Carpio, párroco de Peñaparda (y oficioso “Obispo del Rebollar”) en los tiempos heroicos de la televisión española, con un reportaje carnavalero (23 de febrero de 1963). Don Andrés lo dejó bien claro en La Voz de Miróbriga (año XI, núm. 559, 24/03/1969), poniendo de relieve cómo los intrépidos peñapardinos / -as, subsanando las deficiencias de “la Antigua, Noble y Leal Ciudad”, tomaron “los madriles”, legando para el recuerdo unas castizas coplas castellanas o castellanizadas (la aliteración pertenece al cronista), que vienen al caso como anillo al dedo:
Para que lo sepan
Los forasteros,
Que los del pueblo
Ya lo sabemos.
Pa que lo sepan
Los del lugar,
Que los de fuera
Ya lo sabrán.
En 2025, la fiesta del pandero se ha celebrado con estruendoso entusiasmo cosmopolita, no exento de paradojas. En ella tuvieron cabida desfiles, paseos, exhibición de atuendos e instrumentos tradicionales, actuaciones diversas de grupos cercanos, alejados, portugueses. Antes de la producción estelar de Gabriel Calvo, actuó la gran Judith Cohen, judía errante sui generis, peregrina del mundo, tan joven de alma como achacosa de cuerpo, con su inseparable mochila (donde lleva todos sus bienes materiales, émula del estoicismo preconizado por Bías, en la Antigüedad). Trató en vano de destilar sonoras esencias de su fino oído y la prodigiosa expresividad de su voz. Otra vez mi santo se fue al cielo, donde por encima de la iluminación y el humo que, entre otros fumadores, destilaba una encantadora y declarada feminista en las prédicas de la víspera, brillaban dos estrellas. Y, los dioses del pandero cuadrado o por cuadrar me perdonen la blasfemia pensada: ¡Esto es como echar margaritas a los cerdos! (que no es mala comparación, porque los cerdos han quitado más panzadas de hambre que los jornales de miseria pagados, y no siempre, por los riquinus de aquí).
El pueblo, sin duda, tiene sus derechos e incluso la libertad de rezar al Dios “verdadero” por la mañana, en la misa, y, de tarde, encomendarse a Baco, Venus y Ceres (“La danza sale de la panza”). Ahora bien, ¿hace falta invitar a grandes musicólogos para que la buena gente, mientras ellos dan explicaciones, se dedique a hablar sin ton ni son, beber a esgalla y, a continuación, bailar hasta que Lorenzo asoma por La Bolla Grande y La Bolla y La Bolla Chica? (Con LL, por favor). Habría que preguntárselo a los ilustres referentes, pero si ellos se presentan, sin que la invitación constituya una obligación de asistencia, es porque, de algún modo, les salen las cuentas del viaje, y si no, no acudirían. Cada uno es quien es. El indomable Gabriel Calvo les satisfizo el afán de danza que salía de la panza, quizá a costa de su quebrantada salud, animando un baile de se caga la perra, que ya duraba tres horas, cuando los más cobardes desertamos de la silla en la Plaza.
Volviendo a lo que estamos, tuerta. La cuadratura del pandero peñapardino reside en compaginar la auténtica peculiaridad local y la universalidad a la que aspira la cultura en general, más enriquecida cuanto más creadores y consumidores participan de (en) ella.
En el horizonte, quedan las respuestas a preguntas inquietantes:
¿Podrá sobrevivir la modalidad local, sin habitantes?
¿Qué será de Peñaparda en los otoños, inviernos y primaveras de los años venideros,… aun en el supuesto de que sobreviva al “descubrimiento” de minerales raros en sus aledaños, raspados a las peñas rocosas con “minas”?
[Por cierto, ¿dónde estaban ayer los opositores al proyecto que no asistieron a la “Concentración por un Rebollar vivo / minas no”, en El Payo (05/08/2025)?]