LOS PARLAMENTARIOS, por Román Durán Hernández
El otro día estaba tan aburrido que puse la televisión y había un debate de no sé qué, creo que sobre los presupuestos. Durante mucho rato estuve extrañadísimo al observar que la televisión no enfocaba la panorámica general, sino solamente el orador de turno, hasta que una vez, no sé si por equivocación, nos presentaron el sillamen del Parlamento casi vacío. No sabíamos el por qué, pero al día siguiente la prensa señalaba que en el Congreso había trece diputados, frente a veintidós ujieres. Así las cosas, pienso yo, las riendas de la política deberían tomarla los ujieres.
Tenemos unos parlamentarios pantalonazos, unos señores que van poco por el hemiciclo, o sólo van por poner un fax a una tía suya de Lugo, que es su cumpleaños. Tenemos unos parlamentarios que no es que parlamente, es que ni siquiera van por el Congreso, que como ya digo, el susodicho día eran trece. Y es que la política, una especie de monopolio de los políticos consigo mismo, aburre a las culebras. La última reserva espiritual que nos queda son los ujieres de San Jerónimo, que esos sí asiste a todas las sesiones, están siempre de servicio y se saben de memoria la Constitución y el Código a fuerza de oírlo.
Entonces ¿por qué no retirarse todos de la cosa pública, y confiar el destino de la nación a los ujieres? Ellos sí que harían unos buenos parlamentarios, con las cosas que saben de aquella Casa. Ellos se mueren de ganas de hablar, que lleven toda una vida escuchando y nadie les pregunta nada ni en el Congreso ni en los pasillos.
Del mismo modo que el que más sabe de toros es el monosabio y el que riega la plaza, porque viene viendo corridas desde Manolete, el que más sabe de política es el ujier de la coleta, que viene oyendo mentiras desde siempre. Está claro que ni la izquierda ni la derecha va a arreglar el paro, el dinero negro o la corrupción. Está claro asimismo que tenemos una clase política mediocre, sislera y que no sabe el reglamento. Los únicos hombre de la política nacional que cumplen con su horario, acuden puntuales con el vaso de agua y no se pierden sesión, son los ujieres. Me parece el momento de entregarles a ellos el gobierno de la república coronada. Ellos sí son pueblo y cumplen más puntuales que los grandes y pequeños diputados. Algunos ujieres tienen empaque de Ministro del Interior y llevan encima un siglo de retórica parlamentaria. Que les den un escaño.
El país está muy mal y hasta algunos bancos van a la quiebra, los partidos son trincones y los oradores no saben la gramática. Antaño, cuando España entraba en crisis se llamaba a Pavía, a los generales levantisco y románticos, a Prim, se promovía el abrazo de Alcolea.
Yo creo que ahora, en vez de llamar a los militares, que luego se quedan, es mejor llamar a los ujieres, que no son tan bruscos, sino los profesionales “otros” de la política, y entre los que hay algunos ilustrados con coleta y otros que ya le servían el vaso de agua a Don Esteban Bilbao, cuando España era diferente. España está tan jodida como para echársela a los ujieres.