EL PELOTÓN, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
Se le ha escapado a los que como niños jugaban en la cima con él. Baja sin nada que lo frene por la pared casi vertical, hay muchos metros de caída, pero aunque desde arriba gritan que si llega al fondo reventará, nadie se ocupa, ni tan siquiera los que tienen todos los medios para pararlo. Ahora andan enfrascados en una cumbre del medio climático para salvar el pelotón, y por tanto, no van a pararse sólo para eso… salvarlo.
El lugar elegido para pensar qué hacer para frenar su caída, es uno de los rápidos por donde más deprisa viaja el pelotón, está envuelto en niebla por los gases, lo que dificulta la visión, y está prohibido manifestarse contra ellos mientras dure el entretenimiento, y es aquel donde la moral del fracaso está alta, pues allí embarrancó la fugaz e ilusoria primavera árabe.
El pelotón se acelera, mientras las conversaciones de salvación se eternizan, y el tiempo disponible para salvarlo, al contrario, se achica.
A este panorama le salen salvadores, con Trump a la cabeza, pues dice de su disposición a volver, él que fue el gran desregulador de las vallas protectoras de la caída libre del pelotón, pero al que mucha gente lo espera como salvador de la precipitación al vacío que él mismo provoca y acelera. Además no viaja solo, las multinacionales todas mira la precipitada caída, al tiempo que el cuadro de resultados. A mayor velocidad de caída más alza en este, ignorando que cuando todo reviente el dinero no será comestible. Mientras los gobiernos ya secuestrados incumplen sus propias normativas restrictivas de frenada.
El día que escribo esto la tarde esta nubosa sin llover, el día templado, como de primavera sin serlo, la gente va por la calle andando en calma sin tenerla. Y mientras los no sé quién dicen estar estudiando como parar el pelotón pero en la práctica sin ir a hacerlo. Entretanto este sigue en veloz caída libre, llevándose por delante, como llegue al fondo, todo el futuro de los venideros.
Miro a mis nietos y sufro en silencio, Sacha me mira y pregunta: “¿abuelo, en qué estás pensando?”. Sólo tengo una respuesta, la evasión, “en nada, mi niño, cosas de viejos”.
Mientras el pelotón cae cada vez más veloz.
[Actualizado el 8 de noviembre, a las 18:17 h]