LEPANTO LO LOGRÓ, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
El tiempo que de repente se volvió frío y desapacible, tuvo a bien el día de San Sebastián remansarse y hacer con ello un día agradable.
Transcurrieron los ritos de rigor con normalidad entre la satisfacción de los que en ellos se encuentra a gusto. Luego llegó la noche y en ella el concierto ofrecido por la Unidad de Música de la Academia Básica del Aire y del Espacio (León). Y con el llegó el delirio, pues desde el primer sonido se hicieron con el público de la sala, y este se entregó a ellos, formando uno, y la orquesta al sentir la entrega de la sala se puso a dar lo mejor de sí y el público a pagarlo con unas salvas de aplausos cargadas de agradecimiento.
El momento cumbre lo tuvimos con la obra Lepanto, de David Rivas. Con su música descriptiva de la segunda parte vimos los barcos en batalla, y distinguimos los nuestros de los suyos. Con el sentimiento de la tercera parte encontramos entre los rezos de los frailes lo salvado, nuestra civilización cristiana, y en el cuarto y último el gozo por ello y la victoria, el cual era transmitido a través de la música a todos y cada uno de los presentes de la sala. Después el cierre con Forastero, lleno de entrega y agradecimiento por la partes, con una salva de aplausos cargada de emoción. Luego sonó el himno nacional, que después del concierto nos unía más aún a todos, Banda y público.
Si Lepanto fue para Cervantes “la más alta ocasión que dieron los siglos” por salvar lo que salvó -dejemos ahora aparte los malos entresijos de lo salvado, de los que como propia muestra están los tristes avatares vitales que sufrió el mismo Cervantes en nuestro solar patrio-, y recordemos sólo lo que de bueno consiguieron: salvar nuestras raíces y con ello lo que somos, para ahora hacer más llevadera la vida, y que sin duda el concierto de este año por San Sebastián con su Lepanto lo logró.