EL PASO DEL AYER AL HOY, por Mara Guadalix
Ayer en la memoria que hoy nos habla
de los niños que fuimos y sus juegos,
de un trozo de pan y chocolate en la merienda,
del colegio con su vieja tarima,
la mesa del maestro, el crucifijo entre dos crápulas,
los mapas y encerados, el palo de castigo, las mil copias
y alguna colleja con un reproche de no has estudiado,
las risas contenidas de los compañeros,
y la vergüenza entonando el mea culpa.
Ayer en calles de barro llenas de macetas
y gritos bulliciosos de chiquillos en veloces carreras,
compitiendo en carcajadas y pobreza,
y las madres voceando nombres desde las ventanas,
cobradores de recibos en los oscuros portales,
gente y puertas, pobreza y grandeza del hombre
que da lo que no tiene, sus escasas viandas y ese vinazo
tinto y gordo que raspaba como arado las gargantas,
y un Ideal liado con la destreza de la costumbre,
la casa propia y la de los vecinos abiertas,
la ropa ondeando en los alambres,
con colores alegres entre sábanas blancas,
saludando a los viandantes en su barrio.
gente y puertas, pobreza y grandeza del hombre
que da lo que no tiene, sus escasas viandas y ese vinazo
tinto y gordo que raspaba como arado las gargantas,
y un Ideal liado con la destreza de la costumbre,
la casa propia y la de los vecinos abiertas,
la ropa ondeando en los alambres,
con colores alegres entre sábanas blancas,
saludando a los viandantes en su barrio.
Hoy cada uno en su casa, demasiadas prisas,
mucha tecnología que suple a las palabras,
no sabemos el nombre del vecino de enfrente,
no queremos saber si trabaja o pasa hambre,
estamos tan seriamente fríos que da miedo.