REX, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
El acontecimiento para mí, por encima de todos los avatares diarios de estos días, ha sido la muerte de mi perro Rex. Esto me ha tenido sumido en la tristeza, y bloqueado en muchas cosas, hasta el punto de casi terminar la semana sin escribir nada, cosa que no había sucedido en los últimos 23 años.
Han sido trece años juntos diariamente a las horas de mi expansión, y casi todos los fines de semana el día completo por esos montes de Dios caminando el uno con el otro, lo que me ha llevado estando en Sequeros a no saber ir más que al lugar donde has muerto.
Mi pesar será siempre grande, pues creo que lo forcé ese día más de lo que él podía, y esto fue posiblemente la causa de su muerte. Trato de contrarrestar esto con el recuerdo de los cuidados que para él tuve durante toda su vida, y de las muchas imágenes que me brotan de los momentos que juntos fui feliz viéndolo a él alegre, así como recordando cuando estaba en el esplendor de sus facultades y me asombraba con su poder.
De la fidelidad, así como de la compañía que me dio, todos los que han salido al campo conmigo saben mucho, ya que en todas las rutas que andábamos juntos nos mostró algunas vivencias que nos asombró por cariñosas e inteligentes.
Dejas momentos imborrables en mí, como el de aquel día que yo con mucha precaución y esfuerzo subí los más de 6 metros prácticamente verticales de pared que hay para acceder a la Cueva de la Mora en las Quilamas, y que cuando yo ya arriba, tú Rex, en dos impulsos te plantaste en ella. O aquella otra noche que para cruzar de una pista a otra lo hicimos por una senda boscosa que estaba llena de ruidos de animales y todo el trayecto te lo pasaste corriendo hacia delante para espantarlos y volviendo rápido atrás para guardarme las espaldas, y al llegar a la furgo con la mirada sentí cómo me decías claramente “a ti ya te vale, dónde hemos estado metidos y a qué horas”.
Termino diciéndote, que por la mucha compañía que me diste, por lo que de ti aprendía al observarte, por la nobleza que había en tu mirada y comportamiento, por la defensa que hiciste de mi persona en los caminos, y por la alegría que transmitías, que todo esto hace que ahora que ya no te tengo sepa y te diga que “tu última mirada estará siempre conmigo y mientras yo viva tú vivirás en mí, Rex”.