SOBRE EL CALLEJERO MIROBRIGENSE (UN CAMBIO INOPORTUNO), por José Luis Puerto
Al ser albercano, mi vinculación con Ciudad Rodrigo es antigua. Desde niño, ya recibía historias sobre Ciudad Rodrigo, tanto en el ámbito familiar, como escolar y vecinal. Mi primera visita a Miróbriga en la adolescencia estuvo marcada por la admiración y la sorpresa y por una fascinación que hoy sigue viva en mí.
Además, desde hace años, visito Ciudad Rodrigo regularmente y tengo la fortuna de ser miembro del Centro de Estudios Mirobrigenses y de conocer algo la historia, las tradiciones, la etnografía y la vida popular de las tierras de Ciudad Rodrigo, así como la literatura relacionada con la ciudad en varios aspectos.
Mi profesor universitario Luis Cortés decía que, para que una ciudad se tuviera como tal, había de obedecer al arquetipo de tener acrópolis, catedral y un río que la reflejara. Él estaba pensando en su Zamora, en Salamanca y Ciudad Rodrigo también obedece a tal arquetipo, como Badajoz o Toledo, entre otras.
Y ahora pasemos al callejero de Ciudad Rodrigo. Todo callejero es una huella –y al de Miróbriga le ocurre lo que voy a indicar– de lo que es la vida, la historia, los vaivenes sociales y humanos, así como el transcurso por el tiempo de una comunidad humana. Es, por ello, una huella que nos dice muchas cosas de lo que somos.
Me entero ahora, gracias al documentado artículo de José Luis Sánchez-Tosal y al de Ángel Iglesias Ovejero, que se quiere cometer el desatino, por parte de la corporación municipal, de cambiar el nombre de la calle Che Guevara por el de calle del Carnaval del Toro.
Es algo totalmente injustificado. ¿No hay otra calle a la que se le pueda poner el nombre de Carnaval del Toro? El Che Guevara es un personaje que, más allá de filias y de fobias, es un icono universal, gracias, en buena parte, a la ´mítica’ fotografía que le hiciera, en 1960, ‘Alberto Korda’, el conocido fotógrafo cubano (llamado, en realidad, Alberto Díaz Gutiérrez) y que, como icono reconocible de una actitud contemporánea, de un mito contemporáneo, se ha reproducido en camisetas, ‘pósters’ y carteles, carpetas escolares y otros mil utensilios.
El Che Guevara ha sido, al tiempo, objeto de películas, algunas de ellas merecedoras de algún Óscar. Y el hecho de que esté en el callejero de Ciudad Rodrigo quiere decir que esta ciudad no vive de espaldas al mundo ni a la contemporaneidad.
Me parecería un absoluto desatino el que, por fobias inconfesadas, se quitara ese nombre a una calle mirobrigense que lo lleva. Ante el mundo, de cometer tal tropelía, Ciudad Rodrigo sería objeto de risas y de burlas. Como si se quisiera volver a un blanco y negro que ya no corresponde a estos tiempos históricos.
Esperemos, por el bien y el buen nombre de Ciudad Rodrigo, que tal medida no se lleve a cabo.
José Luis Puerto (Premio Castilla y León de las Letras 2018)