EN EL PUEBLO, por José A. Blanco
Levanta el día nebuloso. Suena el teléfono, remolonea. Envuelto en el pijama de esa confianza dice que no sube por miedo a relucir legañas de viejo gruñón. Casi en la esquina, junto al Ayuntamiento, arde un café a sorbos. Al rato, entra en la plaza una sonrisa de amistad con las manos en los bolsillos de la chamarra.