LOS FRUTOS DE DICHA FRUTA, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
Días atrás Feijoó, el presidente del PP, hizo la gracieta de volver a decir en público "Me gusta la fruta". En principio, en medio ya de tanta bajeza en la política, pues como que no tiene importancia y tienden a pasar el hecho como desapercibido, lo que es aún peor, como normal, cuando lo cierto es que la banalización de la palabra va contra la verdad.
Pero el asuntito tiene su importancia y mucha, pues la realidad es que con ello, lo que se está haciendo es llevar al partido conservador al terreno de Vox, que le está comiendo el espacio. Es decir, no trata de distinguirse de la extrema derecha, si no de igualarse en las formas de expresión, y con ello pudiera ser que luego con los hechos. Con lo cual dejaría huérfano al país de un partido de centro derecha, con todo lo que esto supone y puede arrastrar para mal, por la mediación, en este caso de Rajoy, en razón de una función portadora de sus propios intereses.
Lo siguiente preocupante, es que desde sus filas, no he oído una sola voz discordante, contra el hecho, lo que coloca a todos los suyos en una situación de poder vertical en la organización del partido. Y lo más preocupante es que si él lo dice, es porque piensa que los receptores lo reciben con agrado, con lo cual, tales para cuales, cerrando así un círculo tan vicioso como peligroso, en lo que ataña a una sociedad democrática.
Y en estas estamos, jaleando masas que con los exabruptos se creen poderosos, y en el fondo no son más que personajes confundidos por el bombardeo de las nuevas tecnologías, y lo que en realidad han hecho con ellos es ser esclavos que utilizan como instrumentos, teniéndolos apartados fuera de la verdadera libertad individual, la que nos exige tratar a los otros como un fin en sí mismo, y nunca como un medio.
Claro que pensándolo bien, qué se puede esperar de quién en los ciegos duros años de la droga, se paseaba en barco con el más conocido capo gallego, mientras los jóvenes, que eran su medio de riqueza, morían como moscas, y al que todo el mundo conocía, temía y odiaba, menos Feijoó.
Dicho esto, creo que a toda persona cabal, lo que le ha de disgustar y rechazar, son los frutos de dicha fruta.