REÍR… Y PENSAR, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
La tarde noche del sábado 29 de octubre, se representó en el Teatro Nuevo una obra de Alfonso Paso, titulada “Usted puede ser un asesino”. Teatro que fue etiquetado como comercial, y con ello como devaluado por su funcionalidad en sí. Pues bien, si algo puede haber en ello, también tiene mucho de necesario. Pues díganme, qué más necesario ahora en medio de la que está cayendo: guerra con peligro de ser la última por como la sobrevuela lo nuclear, una economía ya dañina para todos los jóvenes que tienen trabajos basura y trozos de pisos a precios fuera de su alcance, y con el entorno natural amenazado de ruina, es decir, de volverse hostil e invisible por los daños que recibe.
Que en este clima y entorno exista algo como ese enredo maravilloso de la obra con un crimen y con un muerto con el que en un principio hace cargar a los que no lo hicieron, y los apuros cómicos que pasan, llenos de expresiones corporales tan fantásticas como las de Ricardo Ruil, y diálogos tan cómicos por cuenta de Estrella Blanco, es algo impagable, puesto que nos olvida y aísla del mundo mientras nos hizo sentir y reír mucho y bien.
Fue por tanto, uno de esos ratos que serán tenidos y recordados como muy buenos, y de los que en estos tiempos estamos quizá más necesitados que nunca en medios de este presente tan hostil, y con un futuro amenazado de no existir. Lo mucho que la gente disfrutó lo hizo patente con sus largos aplausos al finalizar la obra para aquellos que tan magnífica representación habían hecho, con su gran manera de estar en las tablas y con una actuación que nos mostró la grandeza del teatro.
Ahora bien, terminado el rato, y después de pasado el relajante relax que provocar la representación, estaremos todos de acuerdo que no se puede vivir siempre sólo riendo, sino que más bien hoy hay que apechugar con el entorno. Por eso no estaría nada mal también la programación de alguna obra que nos ponga delante el trágico mundo actual, y nos hiciera reflexionar sobre él.
Ciertamente, nada como la risa, por el descanso que produce, entre otras muchas cosas. Pero quedarnos sólo en ella, sería una irresponsabilidad ante el arisco mundo que habitamos, por tanto, bueno, y diría que necesario es que meditemos en serio sobre él. Y para eso, creo que nada mejor que vernos en un buen espejo. ¿Y qué mejor espejo que el teatro? He aquí pues, la necesidad de obras análisis certeros, que aunque no nos arranquen risas sí puedan más bien despertar la rabia tan necesaria para animarnos a plantar cara a este mundo inhóspito al que debemos aspirar a mejorar.