LA PERLA, por José A. Blanco
Estoy
sentado frente a la bahía. El mar de mi niñez. Marea baja. El desliz
suave de la espuma acaricia delicadamente las huellas descalzas que
levitan sobre el sutil ocre marinado. Tocata y fuga de fusas traineras
que se funden acompasadas con el esfumado oceánico. Marina. Aroma a
salitre en el paseo junto a las manecillas del tiempo donde aprendí a
caminar o a correr tras las palomas... Envejecemos y el consuelo se
diluye en el mar de mis recuerdos.