PRIMERO ÉL, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
La tragedia de Marruecos nos ha estremecido a todos, por su poder de devastación, y por la cercanía que con este pueblo tenemos incluso por los contingentes de vecinos cercanos nuestros que hay en los pueblos de toda España, los cuales pueden tener familiares afectados.
Que inmediatamente se haya pedido ayuda, y que por la mayoría de la población española sea vista con buenos ojos, dice mucho de cómo los países suelen estar por encima de las consignas racistas de algunos partidos políticos.
Que las ONG’s se hayan puesto a encabezar las ayudas y a trabajar sobre el terreno con conocimiento técnico, también dice mucho y bueno de las personas. Que el niño que salió en televisión con una camiseta del Real Madrid posiblemente se salve, si no de la soledad que siempre lo acompañará por la pérdida de todos los suyos, sí de la indigencia económica bueno es, pero no dejemos de recordar que hoy son muchos los que pueden estar en esa situación para actuar.
Dicho esto, me es difícil no hablar de que la ayuda en un país con unas desigualdades sociales tan grandes, que bueno sería que la ayuda empezara por los poderosos de allí. El primero su rey, que por cierto estaba como siempre en París y apareció cuatro días después, y que es uno de los hombres más ricos del mundo, pues creo que su fortuna es de 5.000 millones de dólares, estaba en su lugar de residencia habitual, de la que regresa para tratar de estar con y entre ellos para cuidar su carisma, era pues un buen momento, entre otras cosas, para que también regresara su fortuna a donde salió, a su pueblo y a sus gentes. O sea, él el primero en ayudar, de sus 5.000 millones poner cuatro mil y quedándose él con mil, que no sería quedar ni mucho menos en la indigencia en la que están sus ciudadanos, y en la que él algo que ver sí que tiene, pues aunque del terremoto no sea culpable, sí lo es de las casas hechas de barro que han provocado tantas muertes. Con ello paliaría muchos sufrimientos y justificaría su continuación como rey, pero me da que no será así ni mucho menos, ante lo que no cabe más que preguntarse: “¿Para qué sirve el rey, en este caso en Marruecos, si deja a los suyos sin su auxilio y empantanados en ese existir sin red mientras él flota en dinero y salta de palacio en palacio?”.