LA CASA, por Santiago Corchete Gonzalo
LA CASA
Las casas son sus propias asesinas;
¿por qué ni para qué buscar culpables?
No el desgaste voraz de cada día
ni el daño que provoca la intemperie,
o la herrumbre velada de otras trampas
y el acoso tenaz de la hipoteca.
Se mueren a ojos vistas porque sí,
para mostrar su muerte prematura
a cualquier viandante adormecido
por la droga de la monotonía...
Huye, vete a tu casa verdadera;
ya estáis solos los dos: el mar y tú.