Ya la noche se fue
en un adiós triste y profundo, los ojos húmedos, las bocas susurrando
anécdotas y vida, y ese dolor agarrado al corazón.
Un
adiós más y otro menos, en la llamada inexcusable y forzosa del viaje
sin vuelta... tal vez su risa haga sonar las campanas en un himno de
gloria.
Tristes son los adioses entre las flores
cortadas y yacentes, en la marcha marchita hasta la tierra abierta que
nos espera, en un parto inverso, y opresivo peso o tal vez liberador,
por esa dualidad de alma y de cuerpo.
Lo cierto es que hoy somos uno menos, y un trozo nuestro se nos va contigo y algo de ti, nos acompaña.