LA PERSPECTIVA DEL AMOR (UN ALETEO DE PALABRAS), por José Luis Puerto
Como ya indicaba el situacionista Guy Debord, en su conocida y emblemática obra de 1967, ‘La sociedad del espectáculo’, que explica tanto lo que es nuestro tiempo y nuestra sociedad, vivimos en un mundo en el que todo ha de pasar a primer plano y exhibirse y publicitarse, si quiere tener existencia.
Pero hay otros planos, hay otras realidades en nuestra sociedad, en nuestra vida comunitaria y colectiva, que están detrás, que no se publicitan, en ese ámbito de la discreción, del cuidado, de la delicadeza, de la humanización, de una belleza que es bálsamo y que nos da sentido… Y es ahí donde está la poesía.
Decimos todo esto a raíz de la aparición de ‘Desnudo en tres tiempos’, ese poemario de María Alcalá Castilla, que es, al tiempo, su presentación como poeta; libro editado este mismo 2025 en Sevilla, por Padilla Libros Editorial & Librería.
Ya el propio título nos da dos claves para entender su estética: esencialidad (‘desnudo’) y temporalidad (‘en tres tiempos’). Temporalidad que es transcurrir, de ahí el número trino que la poeta invoca. Pero es que esas dos claves que indicamos ya están presentes en el ‘dictum’ machadiano: la poesía es la palabra esencial en el tiempo. Esto es, esencialidad y temporalidad.
Este poemario nos habla desde una clave existencial; nos habla de los tiempos de la autora; en definitiva, de su itinerario vital que ella ha estructurado en esos tres tiempos que marcan, a la vez, la estructuración del libro en tres partes: I. Pasado. II. Pasado reciente. III. Presente continuo.
Y, al tiempo, percibimos que estamos ante una escritura poética que no es toda ella reciente, sino que se ha ido creando a lo largo del tiempo, a lo largo de los años; pese a que la autora pueda haberla estructurado, para editarla, del modo en que nos la entrega.
De ahí que, por ejemplo, nos encontremos, desde el punto de vista formal poético, con la utilización, por una parte, de ese molde métrico de nuestra modernidad como es el soneto y que María Alcalá se atreve a abordarlo, sobre todo en la primera parte, y, por otra, ante una utilización poemática, más contemporánea, que consiste en la utilización del poema más bien breve, esencializado, que basa su eficacia poética en el arte de la sugerencia.
Escritura existencial en la que la autora imanta su decir poético en traernos presentes a estas páginas a seres significativos y decisivos en su vida, a algunos de los cuales les pone incluso nombre y apellido. Es, por ello, un libro de los encuentros. Pero también un libro del recuerdo y de los recuerdos.
Pero termina el libro, en su tercera parte, con la presencia de un ‘tú’ decisivo, que es el tú del amor (hay algún poema que nos evoca, curiosamente, los lorquianos sonetos del amor oscuro), un tú evocado y, sobre todo, sugerido, de modos muy hermosos.
La esencialidad es desnudez, de ahí que el libro termine, significativamente, con el verso “la desnudez del alma”, que es la que la autora practica en este poemario. Un poemario que apela a la levedad, a la transparencia juanramoniana, pero que aspira, sobre todo, a constituirse en cosmos, un cosmos marcado por la perspectiva del amor, un cosmos sugerido mediante un aleteo de palabras.
El blanco es un elemento simbólico que atraviesa todo el libro (“luz blanca” / “alcoba blanca”; o la construcción especular: “en este tiempo blanco / en este blanco espacio”; “estoy dichosamente en blanco”…). Es transparencia, es esencia, es desnudez, es pureza, es, más allá de todo ello, misterio siempre…
Hay también en la obra toda una configuración de cartografías, en las que no podemos profundizar aquí. Dejaremos meramente sugeridas dos de ellas, la constituida, por ejemplo, por lo oscuro, el silencio, el recogimiento… O también esta otra, en una suerte de dualismo o contraposición con la anterior: espejo limpio, cristal azul, transparencia… Esto es: oscuridad / claridad, como oscilación humana y cósmica que nos afecta a todos.
Hay, también, en ‘Desnudo en tres tiempos’, lo que me gustaría llamar una poética de la atención. Amar es atender, contemplar es atender, vivir es atender… Esto es, no desentenderse…
Un aleteo de palabras. La perspectiva del amor. La presencia de los seres decisivos a lo largo del tiempo para quien escribe, para quien se expresa. Es lo que percibimos en ‘Desnudo en tres tiempos’, el primer poemario editado de María Alcalá Castilla.